jueves, 15 de octubre de 2015

GOBIERNO DE ARAGÓN (... ejercicio de ciudadanía práctica)



GOBIERNO DE ARAGÓN
Departamento DE VERTEBRACIÓN

Recibo un escrito de Vdes. hace cinco días, con nº de salida 265.073, en relación con una reclamación interpuesta por mi contra una mala y peligrosa forma de hacer concreta de autobuses Alosa. Pues bien, dadas las circunstancias lamentables de la reclamación y el poco papel disponible para el efecto, lamento no haber podido ser más explícito como se me exige. Lo haré ahora, públicamente.
Verán, gracias a Dios, mi situación personal me permitiría sobradamente no tener que utilizar jamás el transporte público,  pero por encima de ella prima el recordar todos los días aquello de Kennedy…”No preguntes que puede hacer el país por ti, sino que puedes hacer tú por tu país”. Así es que aunque entienda que pueden darse situaciones tan lamentables como la vivida, no por ello dejo de esforzarme siempre que puedo por viajar en dichos medios de transporte. Por contribuir en primer lugar al ahorro energético oportuno, en la medida de mis pequeñas fuerzas, y en segundo por disfrutar viendo cómo van cambiando las cosas dentro de nuestra sociología nacional. Que ver tanta razas nuevas, clases y condiciones humanas tan diferentes de otros pasados tiempos , no deja de ser un tema tanto literario como enriquecedor y sorprendente.
Pues bien, el día ventisiete de julio, lunes, y estando la familia pasando unos días en Jaca, decidí coger el autobús de Alosa  a las ocho treinta a.m. para bajar al trabajo. Lógicamente, vi por la hora, como mis vecinos y yo mismo aprovechábamos para dar la cabezadita de rigor. A los cinco minutos de salir, la emisora del autobús comenzó con los impertinentes ruidos … de que si el autobús de Sallent te dejará a seis en Sabi, que si tienes que recoger tres paquetes, etc. Llegándonos el ruidito y sus interferencias de marras hasta la octava fila en que intentaba dormitar. Y como la cosa se había producido en otros viajes en que decidí hacer lo que suele hacer todo el mundo ante las pequeñas agresiones ajenas ,vamos, eso que de sobra conocemos, lo de mirar para otro lado, para no complicarnos la vida, ahora ya, hartito, decidí al final armarme de ciudadanía y levantarme rápidamente(como quién se levanta para pedir una bolsa ante el vecino que quiere vomitar, por ej) y decirle al conductor…por favor, baje el volumen que es muy molesta su emisora, a lo que él respondió…ah, perdone, es que se ha debido de quedar abierta su amplificación. La bajó inmediatamente, yo volví de inmediato a mi asiento y todos tan felices. Al llegar a Sabiñánigo, el hombre vino a darme una satisfacción inesperada…mire, me dijo muy educadamente, perdone, pero es que la empresa nos obliga a ir comunicados de continuo. Al apearme en Huesca, acabé preguntándole, aun entendiendo su educación, pero no tanto la obligación empresarial a tenerlo que distraer forzosamente con la emisora puesta y manipulándola mientras llevaba a cincuenta personas a bordo, (y más ahora, cuando todos los días nos recuerda la DGT con sus anuncios, que la más mínima distracción puede costarnos la vida,).¿Puede caber en cabeza alguna que un cirujano, por ej., en una intervención estuviera a la vez hablando por tfno. “con o sin manos” o pendiente de información sobre las intervenciones siguientes?. Acabé preguntándole, decía, dónde podía escribir en el libro de reclamaciones, a lo que una señora, su vecina del primer asiento de atrás, con la que había visto durante el resto del viaje  intercambiar palabras y sonrisas frecuentes, vaya Vd. a saber si de amistad o del diseño posterior de lo ocurrido, me estopó…¡ah, sí, pues si Vd. denuncia yo también lo voy a denunciar a Vd por haberse metido contra el conductor!. Y, aunque  estupefacto y sorprendido quedé, al ver los recursos que sabe encontrar la picaresca, el creativo personal hispánico llegada la hora, e incluso con la antedicha señora pisándome los talones mientras me instaba a no hacerlo, hice lo que deberíamos hacer todos cuando, no sólo no se nos pone ya la película o la música ambiental de antaño en aras de un más grato viaje, sino  que incluso se nos transporta con medidas que tienen que ver más con el cuidadoso trato veterinario que con la mayor excelencia humana posible.
A mediodía, un conocido de Jaca que viajaba por detrás de mí, tuvo la gentileza de llamarme para agradecerme el gesto. Lo tendré presente por si hubiera necesidad.
Que oiga y lea quién tenga la obligación legal de oír y leer lo que digo, en evitación de otros accidentes o males mayores.
Luis Manuel Aranda
Médico- Otorrino