miércoles, 24 de febrero de 2021

A D. MARIANO LAGUARTA---EXPRESIDENTE DEL CLUB DE TENIS OSCA

A D. MARIANO LAFARGA

Expresidente del Club de tenis OSCA

 

Querido amigo: Mientras leía el otro día tu carta de despedida tras dieciséis años como Pte. y dieciocho como directivo aprendiendo el oficio, no solo quedé, una vez más, sorprendido por tu llaneza y forma de ser, sino concernido también para esta respuesta.

Porque nunca te había dicho lo que para mi familia ha supuesto el club. Parece que fue ayer, cuando llegué destinado como médico militar en julio de 1.976 y pensando solo en volvernos a Madrid estábamos, cuando a los pocos días, un vecino y socio, nos invitó a conocerlo. Y, para nosotros, viniendo como veníamos del estepario y sofocante Sur, al encontrar tan gratificante oasis, sentimos como aquellas cosquillas que aparecían en el alma no eran sino como el brotar de unas súbitas raíces hacía esta tierra. Como un sentimiento profundo indicándonos que aquí podía encontrarse la soñada isla del tesoro donde poder criar a los hijos a la vez que un buen medio para incardinarnos más fácilmente en la sociedad local.

Aunque las instalaciones aún adolecieran de un club social con los servicios que nacerían años después. Nos bastaba con el bar de abajo y su anexo chamizo de cañas para sentirnos casi como al lado del mar. Aquello fue como un auténtico antídoto contra la morriña del destierro.

Y porque podíamos sentirnos en deuda con él, no escurrimos el bulto años después, cuando por problemas puntuales con la Junta, tuvimos que formar parte de una nueva directiva, tan capaz de introducir nuestras relajantes tumbonas como de organizar los actos de su veinticinco aniversario, con la publicación de una revista conmemorativa y el montaje de una inolvidable noche lírica, piano incluido, en nuestros espléndidos e iluminados jardines. Simples y muy resumidas anécdotas  de aquél entonces para la historia y los recién llegados como socios.

¡Qué lejos parecen haber quedado aquellos días en que hacer deporte comenzaba a ser como una cosa novedosa y reservada solo para una élite de espíritu jovial de entre veinte a treinta socios. En nuestras almas quedará eternamente grabada la memoria de los queridos Jaime Bandrés, Paco Giné, José Luis Abella, José María Casas, Valentín Betrán, Tinito Ballarín, Paco Martinez y alguno más que lamento no recordar y a los que el buen Dios del tenis es seguro que los tendrá en eterno campeonato allá, por encima de alguna nube. Q.E.P.D.

Cómo lejos quedan aquellos nuestros intercambios anuales con el club de tenis de Tarbes. Los inolvidables encuentros con juerga posterior incluida. Cuántos años han pasado, querido Mariano, toda una vida!

Ahora ya, con los hijos mayores y volados del nido, aunque el deporte físico no sea lo que más nos demanda la procelosa edad, puedes creerte que aún seguimos necesitándolo, cuando no pudiendo soportar más el desorden de la vida de afuera, siempre sabemos que aún nos queda allí un posible rinconcito de aislamiento y de paz ,como último recurso para sumergirnos en el mundo de ayer, recordando tanto a nuestros pequeños hijos como valorando tu pequeño milagro de los panes y los peces. Tu sabia  y esforzada prudencia para conducir el club todos los pasados años, aumentando sin parar sus instalaciones sin ayudas de derrama alguna y un endeudamiento asumible y aprobado por todos.

Tu valorada prudencia, querido Mariano, esa cosa que de todas las virtudes es la más útil para uno mismo y para todos los demás., a la par que tan perniciosamente desaparecida, por otra parte, en nuestro nefasto mundo político.

Y acabo, buscando en redes  la mejor forma de colgar estas agradecidas palabras, encuentro tu foto en Facebook con el anagrama del club como envolviéndote cuál corona de laurel, algo que entiendo refleja mejor que ninguna otra posible definición, incluso psicoanalíticamente hablando, tanto tu nivel de adicción como tu amor a la Casa. Y, encima, por si no hubiéramos tenido suficiente con todas tus horas de dedicación y esfuerzo, aún más, en tu carta de despedida tienes la grandeza de pedirnos perdón a todos los socios por tus posibles pecados de acción u omisión.

Qué grande eres, amigo.

Un fuerte abrazo mío y de los míos

Posdata…En el recuerdo quedan también sus otros esforzados trabajadores: Vicente, Teodoro, Pepe, Alejandro, etc. Para todos ellos también nuestro cariñoso abrazo, a la vez que aprovecho para apuntar que, gustosamente seremos los primeros en apuntarnos a una  posible cena- homenaje-despedida en su honor, cuando el bicho, sintiéndonos ya vacunados y fuertes, decida alejarse, dejarnos en paz de una puñetera vez.

 

 

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