viernes, 15 de julio de 2016

España a medio hacer

 
Es lo que nuestra amiga Juliette, holandesa, acostumbra a decirnos de ella cuando viajamos juntos. Habituada como está a su maduro, acabado y consolidado país hecho por ellos mismos. Nacida allá y formada en Suiza, ha aprendido como persona de cultura calvinista no sólo a funcionar con la precisión de un reloj, sino a hacer juicios de valor de cierto rigor, como el precedente. 

No puedo dejar de acordarme de sus cosas y  anécdotas al hilo de mis presentes reflexiones. Lo decía Borrow en La Biblia en España: cuando un extranjero transita o vive en otro país, está más predispuesto que nadie para ver lo que sus mismos habitantes no llegan a ver por mor de la costumbre o de la ausencia de la autocrítica más elemental. Por eso, la semana pasada comiendo con ella en Barcelona, nos comentaba lo de siempre y al hilo, ahora, de las cosas políticas que pasan…Luis, con respecto a Europa, aún os quedan muchas cosas por hacer: la de que vuestros políticos, anteponiendo el bien general al privado, como se hace por encima de los Pirineos, y sacrificando todos sus “yoismos cainitas”, dejen de pensar en su vendimia propia para hacerlo más en la cosecha general, la de todos vosotros.

Pienso en todo ello, mientras aquí en el Camping de Olonne-sur-Mer en la deliciosa Bretaña Francesa, me encuentro rodeado de mil niños que exultantes ante juegos y naturaleza, se dedican a divertirse en el más absoluto silencio y respeto a los demás, sin chillidos ni zafia palabrería. Con toilettes unisex  y sin perros ladradores en el entorno. Increíble. Verdadera academia, añora uno, a la que nuestros responsables educativos deberían de venir a tomar apuntes de convivencia. Para enseñar a nuestros hijos el que se llegasen a odiar menos algún día no muy lejano.

Todo esto, viene desde su siglo de la Ilustración y su famosa Revolución , cosas que nunca hemos llegado a tener en España, me dice mi mujer, más versada en historia y en sutilezas de comprensión ajenas. España a medio hacer, hay que reconocerlo, con tanta y tanta cosa aún deshilachada, mientras intentamos progresar pasito a pasito con la exigida y necesaria homogeneización europea. 

Y porque siempre he creído en el liberalismo como fuerza capaz de hacer las cosas lo menos malas posibles, de poner orden y de hacer caja mejor que otras ideologías de triste recuerdo, he procurado casi siempre votar al PP, a lo menos malo. Pero en las penúltimas elecciones, apareció Ciudadanos como una esperanza y opté por votarles, por hacer un brindis al sol, cansado ya de los de siempre y porque  la derecha de la mayoría absoluta ni había sabido ni querido hacer la deseada reforma de la administración, ni de la ley electoral, de la justicia, ni la de las listas abiertas, entre otras cosas anheladas por muchos de nosotros.

Que no sólo la economía lo arregla todo en un país. Además, les voté porque eran gentes en su cúpula de un perfil humano y profesional atrayente, tan alejados ellos de la “selección a la inversa” de que otros venían nutriendo a sus cuadros y al Congreso y Senado de todos nosotros. Con gentes más necesitadas de la vendimia política, de salvar sus propias vidas, que de tener cualificación, creatividad o genio como para ser capaces de salvar las nuestras.

Estamos indignados, claro que sí, pero aparte de por las cosas obvias por todos sabidas y sufridas, también por tener la conciencia de que la política se nos ha ido pudriendo entre las manos. Por eso, decía, dí mi voto a la esperanza, a Ciudadanos, y tras la fallida formación de gobierno he vuelto a votarles en última instancia, pero quédese convencido, Sr. Rivera, de que si ahora no vuelve a sumar al PP, no entiende lo que yo mismo y muchos amigos hemos hecho, Vd. y nuestra esperanza volverá a desaparecer de su ilusionante aventura nacional para regresar derrotado a sus cuarteles de invierno.

Sería una pena. Pena que llegaría a compartir con todos los Padres fundadores ( Arcadi, Boadella, etc) de su partido, según acabo de enterarme. Personalidades para un servidor de máximo respeto intelectual y moral. Sin ellos, ni Vd. ni nuestra esperanza existiría, no lo dude. Y acabo con la antedicha amiga Yu en la memoria; con ella y con la vieja sabiduría de la Iglesia, que cuando le falta la cabeza rectora no duda en encerrarse a cal y canto, a pan y agua, hasta que no aparece la famosa Fumata Blanca. Cosas de desapasionadas e inteligentes personas. Pues eso.   

Luis Manuel Aranda 
Médico- Otorrino