domingo, 29 de marzo de 2020

LA alargada cuarentena de mi amigo Ginés


La alargada cuarentena de mi amigo Ginés

Corren días de silencio y reflexión, de quietud, de decretada soledad, de confinamiento para purgar, en parte, los pecados ajenos. Han hecho con nosotros como la “misericordiosa” Iglesia hacía en la Edad Media en tiempos convulsos, que cogía a un monje y lo metía en una torre a pan y agua, para que purgara los pecados de la humanidad, ofreciéndole al buen Dios un chivo expiatorio. Son días que nuestros políticos quieren que sean de sometimiento y resignación, pero de los que nos es muy difícil apartar la rabia.
Y, como dentro de sus largas horas muertas hay tiempo para todo, uno busca y busca referentes de sosiego en los que encontrar algo así como una brújula que le ayude a sortear las olas de la soledad, con los menores destrozos posibles, intentando apartarse de tanto y tanto bufón del dolor como está surgiendo, los otros ciudadanos del corazón destrozado y sangrante por cualquier ventana y a cualquier instante. Apartarse, y llevar su tristeza con la misma dignidad  y orgullo con la que el Rey puede llevar todas sus condecoraciones, faltaría más.
Buscando y buscando referentes, como decía, he acabado en tu casa, amigo Ginés, sabiendo que a ti siempre te puedo encontrar en ella, conviviendo con la puñetera parálisis cerebral ( ¿se sigue llamando así?) que el aún más puñetero destino decidió traerte al nacer por manos de algún descuidado obstetra. He recurrido a ello, porque de sobra sé de tu sobrado entrenamiento, de que tú, más que nadie, sabe de aislamientos y de tónicos de voluntad para salir adelante. Las necesarias medicinas que ahora necesitamos más que nunca. Desde hace casi cincuenta años, intuiste que la voluntad es la base del carácter más necesaria para sobrevivir y ni corto ni perezoso, aunque ayudado desde muy niño por la primera madre Coraje de España que yo haya conocido, aprendiste a mantenerte de pie primero, para luego ir explorando tú solito la inmensidad del Amazonas… el otro Continente desconocido, tu cerebro. Y, musculándolo, día tras día, con él has conseguido, de sobra lo sé, un envidiable estado de conciencia y sabiduría que ya quisiéramos muchos de nosotros, gentes como el común de los mortales.
He cedido a la necesidad de estas palabras al sentirme encerrado y más cerca de ti que nunca. Se me ha aparecido, de repente, tu obligado encierro, ahora que yo también ando casi solo, ya con los hijos volando por esos mundos de Dios y mientras puedo hacer no muchas más cosas que acunar todas mis angustias, si no con vergonzosas lágrimas, sí con convulsos, tranquilizantes y continuados  golpes de Guasap, aunque pueda saber, como tú mismo, que de la quietud y el silencio, como de cualquier situación carcelaria, haya podido salir lo mejor  de cualquier ser humano. Tras la cárcel , Verlaine nos dejó sus mejores poemas, Cervantes la obra literaria más grande y Dante su Divina Comedia. Fueron genios que aún sin poder moverse, no se resignaron nunca, y jamás dejaron de moverse con su espíritu, porque como dijera el divino Goëthe…”El que no comió nunca su pan en la tristeza/ el que nunca pasó las horas de la noche esperando/ entre llanto, a la mañana/ no os conoce, ¡oh, potencias celestiales!.
Ginés, todos estamos “casi “igual,  como tú, amigo, y tan descolocados ante la nueva vida que nos ha caído encima. Una extraña vida de encarcelamiento producido por un bichito situado  en las propias puertas de nuestras casas, pero ten eficaz en su efectividad como esas enormes trancas de nuestro pueblo, y que nos ha dejado a sólo pan, agua y Mercadona, sin los besos y consoladores abrazos que jamás, guerra alguna antes se había  atrevido a quitarnos .
Y ahora, ya lo ves, la que veíamos era como una frívola luna de miel vivida entre todos nosotros y la modernidad ambiciosa, sin límites, no ha hecho otra cosa que finalizar como temíamos que pudiera acabar, ante tanta y tanta locura de globalización, ya de tipo medioambiental, o de otras mil contraproducentes cosas…con una embarazo y parto como el parto de los montes…pariendo a un feo ratón que nos tiene paralizados y estupefactos a todos por su enorme fealdad.
 Paradigmático Ginés, capaz de construirte tú solito, y pieza a pieza, un motor de Ferrari dentro de una carcasa de Seat 600, como con ironía, un buen día me comentabas. Pero no te quedó más remedio que aprender de las grandiosas lecciones que siempre  se ocultan tras el dolor, el misterioso dolor del que no queremos saber nunca nada, pero que no deja de ser una revelación si lo sabemos trascender, porque sólo a su lado se comprenden cosas que nunca antes hubiéramos podido comprender, según nos pudiera decir en su día Oscar Wilde desde su carcel .
Por eso, sabiendo ya desde hacía años que el equilibrio que no estuviera dentro de uno no era equilibrio, te empeñaste en hacerte una cabeza, como dicen los franceses, tatuándotela por dentro, que no por fuera, como se hace ahora, de forma mucho más rápida y menos costosa, con las posibles e insulsas cosas con que nos avergonzamos al verlas por nuestras calles .Poco a poco has ido afinando tu cerebro como un violín, consiguiendo reconfortantes sonidos con el ajedrez, la poesía o la psicología.
“Muévete, que pareces el tonto Mandolio, todo el día ahí, sentado en una mecedora, leyendo y sin hacer nada”, me decía mi pobre madre en una casa no acostumbrada a tales rarezas. Y leía, porque aunque pudiera moverme, así podía hacer los otros viajes que no permitía la economía familiar. Aprendí, como tú mismo, a viajar alrededor de mi cuarto, porque además, el sentido común y Séneca, me decían que estando así, sentado y leyendo durante horas y horas, podía llegar a encontrar un secreto básico de la felicidad : el llegara ser mi mejor amigo, para así, nunca estar solo.
Pues bien, aquél entrenamiento en el triatlon de la lectura, ahora, en días como estos, es seguro que los dos, podríamos decirle a los nuestros que no erramos al elegir un completito deporte tan descuidado por otra parte en los frenéticos, angustiados e infelices tiempos modernos.
¿Cuándo comprenderán los Gobiernos la necesidad de enseñar y educar a sus ciudadanos en el difícil y barato arte de saber quedarse en casa, quietecitos, felices y sentados, como tienen dicho muchos sabios?¿ Acaso será la herencia, el único efecto secundario menos malo, junto al descubrimiento de la “desglobalización”, que nos dejará el cabroncete bichito?.
Porque el mundo de ayer, el de hace tan sólo unos días, el de la poca humildad, el despilfarro y la excesiva arrogancia, ya nos comienza a parecer hasta como prehistórico. Como de mal gusto. Quedo pensando en todo ello y en que a los médicos, que están sembrando de mártires este fabuloso país, cuando pase todo el pánico, deberemos de proponerlos ante los altares o donde proceda, para que puedan recoger la cosecha de su aval de Santidad social. Ponerlos en el altar de las cosas sagradas y admiradas,  a la vez que apartemos a tanto y tanto politicastro que se han revelado tan innecesarios como poco rentables, cuando no peligrosos para todos nosotros. A los que con el mundo en pleno naufragio, ellos, gerifaltes y epidemiólogos de cabecera, aún no rendidos ante la evidencia del desastre, no paran de decirnos desde la frágil chalupa embarcados…tranquilos,  que hay tierra a la vista!
Chateaubriand, en sus Memorias de Ultratumba tiene dicho…”Lo único que le faltaba a nuestra gloriosa Patria, para decir que había pasado por todas las miserias, es tener también un Gobierno de incompetentes y de amigos peligrosos por todas partes”- Que el buen Dios nos proteja a todos.
Salud para todas las gentes de buena voluntad
Luis Manuel Aranda
Médico Otorrino….Huesca




sábado, 28 de marzo de 2020

DE MÉDICOS, DENUNCIAS Y ÉTICA PROFESIONAL


DE MÉDICOS, DENUNCIAS Y ÉTICA PROFESIONAL

Terrible cosa esta, la de vernos encerrados y sitiados por un cabroncete bichito, un enemigo tan cobarde que ni se deja ver, mientras los demás intentamos reunir las fuerzas necesarias para librarnos de todos los sentimientos negativos que pudieran lastrar nuestro buen Karma, tan necesario y terapéutico durante todo el tiempo que haga falta.
Por eso, ahora, un servidor, prisionero, sin interlocución directa y personal, necesita ir sacando las espinas que hayan podido ir quedando clavadas en el alma con anterioridad para que, liberada la conciencia, quede el necesario sitio en ella para todo lo positivo, para el crecimiento personal y el cuidado de la familia y los nietos.
 Verán, a mi procelosa edad y casi con la ilusión e ingenuidad de un jovenzuelo, siempre soñando con un mundo posiblemente mejor, me integré en una Asociación de mi ciudad, envidiosa ella de llegar ser como TeruelExiste, su hermana menor, un musculado ente civil de primer orden, ajeno al mundo político.
Y, un buen día, tras no haber podido asistir a reunión alguna y lamentándolo mucho, por ser coincidentes con mi trabajo fuera de la ciudad, aparecí integrado en una Comisión de Sanidad y Cohesión social. Ambiciosa  comisión, pensé, sí señor, aunque la viera trufada de gentes que vinieran de vendimiar en la política o colegios profesionales, cuando no de figurar en auténtica tempestad de movimientos o ambiciones, en otros mil organismos públicos o privados, pero adornados siempre, eso sí, de un tufillo partidista que podría echar para atrás, mirando los Estatutos fundacionales. Pero acabé pensando en que, a lo mejor eran como Lutero, gentes que hartas de ver lo que se había cocido en su Iglesia anterior, venían arrepentidos y a ayudarnos a acabar con el tráfico de indulgencias e influencias padecido por ellos mismos en otros ámbitos.
Pues bien, un tiempo después, el diez de este mismo marzo, cuando aún mucha gente de este país no sabían nada de la pandemia que se estaba fraguando, cometí “la temeridad ética” de comunicar tanto a este Grupo como a otro de la urbanización en que vivo, el que una fuente amiga que, obviamente no podía desvelar, me había informado que se estaban muriendo demasiadas personas en nuestro hospital por “Neumonías y otros procesos respiratorios”, eufemísticamente llamados, y sin tipificar debidamente en su diagnóstico etiopatogénico. A continuación, varios asociados y vecinos, tras salir de su asombro, no dudaron en darme las gracias en aras de tomar las medidas necesarias de protección para sí y los suyos. Y, curiosamente, ninguno de ellos con afiliación política reconocida. Otros, por el contrario y en menor grado, bien es verdad, también  lo agradecieron, aunque dejando el subliminal tonillo de…venga, venga, Dr. Aranda, no venga de nuevo a tocarnos eso…la conciencia, pontificando como siempre!
La cosa quedó así. No hubo denuncia alguna posterior por escándalo o alarma pública y desde esa noche yo y mi informante, es seguro que conseguimos dormir más tranquilos. Pero claro, los actos valientes suelen venir acompañados de una épica y un eco posterior, por lo que poco tiempo después, alguien que había presenciado algo raro en una Residencia de ancianos de la calle Desengaño, me lo notificó, envolviéndomelo en un lenguaje que no por ser poco literario dejaba de ser preocupante, trasluciendo una realidad que había visto, el que habían sacado un cadáver por la puerta de atrás unos hombres vestidos con un buzo como de extraterrestres, y que venía de estar confinado en una apartada habitación, según pudo enterarse posteriormente por una conocida de dicho centro.
Tras comunicarlo al grupo, siempre pensando en alertar para que alguien pudiera  poner en sobre aviso a los responsables de tomar  las medidas necesarias y protectoras… de una puta vez, no pasó mucho tiempo en que un politizado asociado con “Fuentes en el pórtico de entrada” que nunca había dado señales de vida en mi denuncia anterior, lanzó otro mensaje al Grupo sin resquicio de consideración ni de piedad alguna hacía quién había alertado sobre el inicio de “posibles” muertes raras en nuestras Residencias de ancianos. Y lo hizo, como digo, con unas palabras tan llenas de soberbia y prepotencia como yo sólo creía  posibles en cualquier malcriado señorito de mi andaluza tierra, con una pretendida ironía tan zafia y mediocre como su pobre argumentario…”harto de las tonterías de la gente. Estoy como para que me vengan con treinta y nueve monjas muertas y escondidas”, decía entre otras indigentes cosas, tan indigentes como su propia indigencia intelectual. Era lo último que uno podía esperarse al avisar como médico, para intentar, ingenuo de mí, el que alguien, enterado, se pusiera a poner medidas para cortar la hemorragia de contagios entre nuestros mayores y, que aterrorizados, vemos como hora tras hora, está ocurriendo en otras ciudades, por actitudes, entre otras muchas, tan estúpidas y negligentes como la suya. Ahora, pasados 3/4 días, de infinitas horas de infierno transmisor, sólo sueño con que el número de los fallecidos futuros  puedan ocasionarle tanto a Vd. como a tanto y tanto político frívolo , el insomnio que no han llegado a proporcionarles otras cosas más Podemitas que dijeron en su día.
Tras leer sus pobres palabras, más de puerta de wáter que de persona medianamente normal, preferí quedar en silencio, aunque con el corazón muy lleno de desprecio hacia un hombre con Fuente de malolientes olores. Pero ya, paralizado e inmóvil en casa, como preso de un hechizo, no podía dejar de responderle y despedirme de él, aún con mayor desprecio y lástima por tanta incompetencia como nos está llevando al precipicio sanitario primero y al económico después.
Y porque ”la vida de la cárcel, le hace a uno ver las personas y las cosas como son en realidad. Le convierte a uno en piedra. Son los seres de fuera los que están engañados por un mundo en constante movimiento. Los que giran en la vida y coadyuvan a la irrealidad. Nosotros, los que estamos inmóviles, vemos y comprendemos”, que diría el gran Oscar Wilde desde la cárcel a un amigo.
Por todo lo anterior, Sr. Presidente de HuescaSuena, tú, que te has podido sentir también alarmado, como alguno de ellos, los separados de la “Logia”, por mi peculiar proceder, sin ver tan siquiera la otra arriesgada y ética cara de mi moneda, la ofensa por mí recibida,, concédeme  dentro de unos días la baja en nuestra querida Asociación, dejando las horas necesarias para que estas palabras sean leídas en justa reciprocidad de mi réplica, de mi defensa.
Y me despido, tras acabar de ver el desesperado video de un compañero médico de un hospital madrileño, el Doce de octubre, sin casi material de protección alguno, y tan consternado e indignado como él mismo, …con sus mismas palabras, y en su honor…¡malditos!. Mientras quedo pensando en lo que nos ha dicho y en nuestros encerrados nietos, al borde de la locura. En ellos y en los hijos de los sanitarios,  que nadie los quiere cuidar por miedo al contagio… y de lo que tampoco quiere hablar ni solucionar nadie.
Que el buen Dios, si existiera, siga protegiéndonos a todos los hombres de buena voluntad, mejor de lo que hasta ahora lo ha sabido hacer.
Salud, amigos.
Luis Manuel Aranda
Médico Otorrino
Huesca

domingo, 15 de marzo de 2020

LA CATALEPSIA SOCIAL


La Catalepsia social o muerte aparente

Así hemos amanecido, catatónicos y paralizados por mandamiento oficial, por un decreto que ha acabado con otro estado biológico previo y parecido, el de la Ataraxia, aunque esta, por contra, sólo definía la total tranquilidad y la ausencia de deseos o temores que, se podría decir, era la condición natural de casi todos nosotros hasta entonces, la siempre sufrida, conformada y callada sociedad, pero  que hoy anda muy hartita de que por la incompetencia y bisoñez de nuestros políticos y epidemiólogos, ahora todos tengamos que sentirnos como dianas de la arcabucería del Covid- 19, un cabroncete animalito que parece ser como la antítesis de aquél simpático Cobi, mascota de las Olimpiadas de Barna 92, pero que tiene de común con él, al menos, un único efecto secundario positivo: el crear un sentimiento nacional. El haber hecho por España lo que ni el mismísimo y famoso 155 supo hacer. De forma que por mi andaluza tierra, tan dada a la chirigota, ya se le comienza a llamar “el D. Pelayo”, por aquello de la recuperación nacional, de la Reconquista.
Bromas aparte, es verdad que está consiguiendo el que “nos sintamos como cristianos presos, y al remo, de la Armada turca, todos paralizados e inmóviles en casa”, como diría el Ingenioso personaje, el que decía más a más…”Es común proverbio que la diligencia es madre de la buena ventura y en muchas y graves cosas ha mostrado la experiencia que en la tardanza está el peligro”.
 Pues bien, es posible que por no haber leído a Cervantes, o por haber preferido hacer el avestruz, vaya Vd. a saber, ahora el puto bichito les ha obligado a tener que, aprisa y corriendo, encarcelarnos a toda España dentro de sí misma, mientras se nos retiene con otro quijotesco mantra que pretende ser tranquilizador …”Será gran prudencia dexar pasar el mal influxo de las estrellas que agora corre”, por no haber tenido en cuenta, ni saber, parte de las enseñanzas anteriores.
Manda esa cosa, el tener que poner a España de rodillas, incapaz ella de arrodillarse históricamente ante casi nadie, tras haber inventado, incluso, la guerra de guerrillas ante casi Dios, el mismísimo Napoleón.
Sí, sí, pero ponerla de rodillas ante “la pandemia global”, o el poner la albarda sobre la albarda que dicen los de mi pueblo y que diría anoche el que ni sabe hablar, el compungido, pobre y aturdido Sánchez. Porque, según comentaba, parece ser que va a comenzar el final apocalíptico de los tiempos, nos insinuaba con su asustado rostro. Y, ni corto ni perezoso, sin consensuarlo con base alguna, algo que tanto la gusta hacer en asuntos aún más frívolos y menores, nos ha dejado sitiados, como a los Numantinos, aun sabiendo que para las gentes mediterráneas, amantes del sol y de la calle, su ausencia, les puede conducir a una peligrosa inmunodepresión, aún más peligrosa que el mismísimo bicho. Y, sin miramiento alguno, los ha dejado solos junto a la nevera, aburridos quince días y pegados a la hiriente telebasura.
¿Por qué no se nos habrá dejado salir de paseo, uno tras otro, cada cincuenta metros, procurándonos una cadena humana de alegría y de inmunoestimulante euforia, como la del loco Procés, alrededor de cada pueblo?¿A cuantísimos vecinos no les estará afectando más gravemente la pequeña muerte psíquica del total  y aterrador aislamiento diario?
Bichito, decía, que por otra parte y con perdón por la frivolidad,, nos ha venido con el pan bajo el brazo, como un Bálsamo de Fierabrás, haciendo desaparecer como por ensalmo , tanto al casi mortal y cansino Procés, como a todas las preocupaciones autonómicas que podían quitarnos el sosiego de cada día.
Menos mal que el buen Dios permitió el nacimiento del padre del WatsApp, la brujería que nos permite sobrevivir. Nuestro único y amigable auxilio en estos convulsos y aislados días, a pesar de todo lo que está lloviendo y de todos los pesares .
Y acabo con que en esta soleada mañana de domingo, no han parado de pasar por casa tanto caminantes en grupo como ciclistas mientras, siguiendo con el Quixote entre las manos, he acabado preguntándome como él mismo…”¿Es posible que sea vuestra merced tan duro de celebro, y tan falto de meollo, que no eche de ver que es pura verdad lo que le dicen?
Escribo y reflexiono sobre las duras cosas que nos pasan, inconcebibles en nuestra prepotente y soberbia sociedad hace tan sólo una semana, pero me pide el cuerpo acabar con el Epitafio sobre la tumba de nuestro más célebre personaje literario…
“Aquí yace el Caballero (o España, permítanme la licencia, en su honor y recuerdo)
Bien molido y mal andante
A quién llevó Rocinante
Por uno y otro sendero”
…Que tan malo puede ser morir por una puñetera “corona llena de venenosas espinas” que por la tremenda angustia de asistir a la imprevisión e incompetencia sanitaria organizada y dirigida por un festivo filósofo, de los de panem et circenses, de esos de manifestaciones feministas autorizadas en pleno diluvio.
Vaya  lo anterior con el deseo final de que los cielos nos protejan a todos.
Luis Manuel Aranda
Médico Otorrino
De la Sociedad española de médicos escritores