martes, 22 de octubre de 2019

LA ENTELEQUIA


LA ENTELEQUIA

Dícese de algo que es irreal. De irrealidades y, de otras, no tanto, pretendo escribir inspirándome en Fdo. Savater y rindiendo este mi pequeño homenaje al lúcido fundador de BASTA YA, aquella idea que constituyó el principio del fin de la otra locura vasca. Lo hago así porque no soy capaz de responder de otra manera a esta otra, a todo esto tan cansino, por el hastío y, tal vez, porque tanto mi familia como los escolapios de Getafe me enseñaron en su día a enfrentarme a las injusticias, a no mirar para otro lado cuando hiciera falta. Por el hastío del Procés, la mosca cojonera que no deja de incordiarnos de continuo; casi tanto como el agresivo marketing de esa empresa de seguridad que inmisericordiamente tampoco deja de recordarnos el que podemos ser asaltados, robados y humillados. ¿Qué diría la sociedad si los médicos, al calor del humano negoci, nos avasallara, importunara y angustiara también todas las horas con anuncios institucionales advirtiéndonos de que cada día que amanece puede traernos un cáncer no deseado, invitándonos por ello a pasar por la preventiva taquilla galénica?
No hay derecho por las cosas que nos pasan. Suponíamos que la democracia iba a ser  algo así como el regalo de un cántaro lleno de miel o de salutífera agua, mientras lo hemos recibido rebosante de un inhumano fet diferencial : el de que cada quién, a falta de ideas más constructivas, aprovecha sin cesar su poder subrogado, el autonómico, para encontrar mucho más donde residen los separadores genes diferenciales que los de la felicidad ante la posible comprensión y admisión del otro, del diferente.
Viendo las terribles cosas que acaban de pasar por Cataluña, no puedo dejar de pensar en aquellas pedagógicas y formidables clases del eminente psiquiatra Vallejo Nájera por la Complutense de Madrid. Las adobaba con casos prácticos de carne y hueso y, para ello, todos los años traía pacientes del hospital psiquiátrico de Leganés. Pacientes que, anhelantes, esperaban ansiosamente su día de gloria en la universidad, para exponer cuál pavos reales, o catedráticos, todas sus convicciones y certezas: la del valor de la moneda de su país, de su posible independencia de Marte o de toda la vida idílica que tenían o que pensaban tener en su galaxia. Con un par.
No lo puedo evitar, aquellas clases cada día se me hacen más presentes, viendo lo que uno tiene que ver: todo el catalanismo independentista intentando automantenerse para seguir viviendo de la mamandurria, en mayor o menor grado, mientras justifican y justifican la ficción de su doctrina, del circo montado, y del que por momentos ve con estupefacción como le crecen sus asqueados enanos por todas partes. Los contrariados personajetes, que por vivir más cerca del suelo ven lo que los más altos parecen no ver : como se hacen daño a sí mismos. Por eso andan y con prisas, intentando abandonar a su suerte al Bombero torero, al comprobar las contusiones recibidas por la entrada de un torito español que no habían imaginado tan bragao.
Y, mientras les llega la baja, no dejan de consumir psicólogos, tranquilizantes e hipnóticos, al enterarse, por ej. de que ya nadie quiere ir a Cataluña en los casi regalados viajes del Imserso, entre otras miles de lindezas económicas del desastre. ¿Acaso desconocían como admitiría A. de Tocqueville, el que una república sana sólo se deriva de vínculos cívicos y familiares sólidos, algo que ellos han dinamitado sin visión ni piedad alguna?. La han dinamitado y ahora se encuentran los muy, con lo inesperado: Ay, la cara de póker, de no entender nada, de ese chulito de Congreso de pelo fashion y mofletes, suponemos que de enrojecida vergüenza, viéndose ayer increpado y tratado de traidor españolista por sus vecinos. Qué satisfacción, que sutil venganza del justiciero tiempo, el que suele acabar poniendo a cada quién en su sitio.
Personaje obtuso, con cara más de personaje de zarzuela, de pañolito y todo en la solapa, el que puede que hasta sepa y todo aquello que Tito Livio decía a Fabio Máximo: “ es preferible que un enemigo sabio te tema, a que los amigos necios te elogien”, o que también sepa aquello de que la Revolución Francesa comenzó como la de ellos, con una fe ilimitada en el sentido común de las masas, para acabar como acabó, con la aplicación de la guillotina a todo bicho viviente que se pudiera salir de lo políticamente correcto. ¿O acaso no conocía cosas tan básicas, un personaje  como él, que va de enterado?¿De dónde viene entonces esa su cara de Saturno que le vimos anoche, tras sentirse devorado por su propio hijo, al contrario de aquél otro de Goya?.
De Saturno o de lelo, de no entender nada, precisamente él, que hasta ayer mismo podía pensar el que sólo los demás, los constitucionalistas, esas raras avis, se merecían todo el odio posible, mientras, tristemente, comprobaba la triste realidad, la de que ya, ni desde dentro del útero materno, el inefable y Omnipotente Procés, se puede vivir seguro.
Lo tiene dicho Maquiavelo:” entre locos, es una locura inculcar el decoro de la lucidez”. Qué crueles sus colegas, sr. de los mofletes rojos, repudiándole precisamente a Vd., que viene, como todos ellos, desde la misma filosofía: la de dividir el mundo, de forma beata y simplona, entre buenos y malos.
Y, acabo, pidiéndoles perdón por mi abuso de las sabias citas, pero con otra final, dirigida y dedicada a tanto español catalán de bien que, de sobra lo conozco, no cesan de rearmarse tanto moral como cívicamente :”Yo no creo en un destino que caerá sobre nosotros hagamos lo que hagamos, creo más bien en un destino que caerá sobre nosotros si no hacemos nada”, Churchill dixit. Ánimo, amigos!!!

Luis Manuel Aranda
Médico