LAS MUJERES
Cada día más presentes y resolutas, no dejan de
sorprendernos. Han sido capaces de estar en silencio, salvo todas las
excepciones famosas y conocidas, durante los cuarenta mil años del desarrollo
de nuestra civilización, procurando calladamente el que la vida siguiera
saliendo adelante, mientras veían a los varones matarse, hacer sus guerras,
roturar campos o hacer sus gigantescas máquinas.
Cuesta trabajo pensar que hasta hace cuatro días, por ej,
y hasta nuestra Segunda República, no se les permitiera votar y pintar algo
socialmente. Por contra, ahora, su salida de casa, de sus armarios y cocinas,
masivamente y de poco tiempo acá, es algo que no sólo nos tiene asombrados,
sino que viéndolas conducirse y construir este difícil tiempo nuevo que nos
está tocando vivir, se puede llegar a la fácil conclusión de que un nuevo orden
social se está configurando, mientras los hombres andan cada día más confundidos,
ya sin los viejos roles de macho que en llegando a casa siempre les permitía encontrar
a alguien a quién dar órdenes.
Alejados ya y afortunadamente, aquellos tiempos en que un
arzobispo inglés hasta llegase a decir…”la mujer es un ser que no reflexiona y
que atiza el fuego empezando por arriba”.
Y como la historia es tan pendular como la mismísima
vida, ahora, liberadas ya de todos los ancestrales prejuicios que la invitaban
o forzaban a estar en casa, como a cualquier objeto de cocina, y porque además,
la humanidad ha comprendido que allá donde están ellas se respeta más la vida y
el sentido común aplicado, es por lo que hay cada vez más como un clamor
unánime hacia la búsqueda de su dirección y consejo. De su sabia dirección, en
suma.
Sí, porque los estudios de marketing más vanguardistas
han evaluado que cuando al frente de la empresa hay féminas, automáticamente la
productividad puede incrementarse en un treinta y cinco por ciento, a la vez
que disminuyen sus conflictos laborales .
Pensaba en todo ello el pasado día catorce en Madrid, en
la torre Repsol de la Castellana, mientras esperaba en su salón de actos que a nuestra
hija Cristina, una revista femenina…”Más Mujeres a Seguir”, le entregase el
premio “Empresaria del año”, por toda su trayectoria personal y esfuerzo en su
creado y joven invento digital… “Mujeres Tech”. Y, créanme, al contarlo no me
mueve la legítima vanidad de padre, sino el comentar con todos Vdes. lo vivido.
Verán, allí, sin apenas varones en el acto y entre tantas
ejecutivas y vanguardistas mujeres, llegué a encontrarme como un terrícola en
Marte, en un mundo nuevo y sorprendentemente atrevido, mientras recordaba una
máxima de Antonio de Guevara, aquél predicador-escritor de por Carlos V…” el
oficio del caballero es dar, porque el día que el caballero empieza a no
hacerlo, aquél día pone en pregones su fama”.
Estando entre tanta exitosa mujer, en medio de su
peculiar ecosistema digital, como a ellas les gusta sentirse, pensaba en todo
esto , mientras intentaba comprender lo difícil que tiene que resultarles toda
la conciliación entre crianza y mundo empresarial, por una parte, y por otra,
pensaba también en el tremendo cambio mental al que nos está obligando a los
hombres la urgente necesidad del sometimiento a tanta y tanta necesaria adaptación,
si no se quiere morir en el intento…o acabar, lamentablemente, en el pseudoliberador
juzgado.
Que, bien pensado, si se tiene la elasticidad mental
suficiente como para poner a todo esto en su cabal sitio, puede llegarse
incluso hasta a aprender, a relajarnos y consolarnos debidamente, sin drama
alguno de ofendido varón que va viendo cómo se va invadiendo un espacio vital
que creía suyo desde la noche de los tiempos. Puede hacerse, incluso saliendo
tonificado, si se recuerda aquello del sabio Salomón…”debo mi gran sapiencia al
gran número de mis mujeres”.
En fin, uno, que se quedó estancado en la fase
alfabética, la de la lectura reflexiva y de la sintaxis, acabó como suelen
acabar los de mi generación cuando entran en un corral ajeno y más aún si es
digital. Y es que al final del acto, con mi hija Cristina al lado, ya premiada
y feliz, un servidor también intentaba acabar siéndolo, aunque no llegara a
conseguirlo del todo, y es que al ver que ella no paraba de toquitear el móvil,
opté por decirle…¡deja ya de una puñetera vez el aparatito, que es de muy mala
educación el hacerlo delante de los demás! A lo que ella, mirándome con todo el
desprecio que un hijo/a sabe hacerlo cuando quiere, acabó diciéndome…Papá, que
no te enteras de nada, que estoy tuiteando y retuiteando el acto, que ya hasta lo
sabe y me ha contestado la prima Lucía desde Miami!. A la salida, convocó a su
grupo de amigas para la foto de rigor y como pretendiese incluirme, tuve que
oírme a regañadientes por parte de todas…¡no, no , que esto es sólo para las
mujeres!. Mientras yo, abstraído, pensaba inevitablemente en toda la moderna
discriminación positiva que pudiera ir llegándonos a los hombres a lo largo de
este naciente siglo llamado el “siglo de ellas”. Pensaba, decía, sólo en eso y
en salir rápidamente huyendo hacía mi personalísimo nicho de confort, el pequeño
cielo que he sabido buscarme aquí en la tierra, lejos de lo virtual, de
Internet y entre mis consoladores libros de siempre, los amigos que nunca
fallan.
Luis Manuel Aranda
Médico Otorrino
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