miércoles, 10 de febrero de 2021

LLORANDO, COMO BOABDIL

LLORANDO, COMO BOABDIL

 

Así, es casi como podemos acabar por encontrarnos, sorprendernos en cualquier momento; aquél por perder Granada y nosotros, al conocer la pérdida del 11% de nuestro PIB y ver por la tv a la sufrida y carcomida hostelería de nuestros valles  y país viniéndose abajo, mientras rojos de indignación y pálidos por su ruina, pueden pensar que solo les queda el último recurso del pataleo, de hacer ruido, rompiendo los imprescindibles enseres con los que hasta ahora nos habían alimentado y servido. Los platos con los que, cuál modernas carabelas, habían conquistado de nuevo el mundo.

Pobrecillos ellos y todos nosotros, que hasta cuando no tenemos que sufrirnos dicha visión, tenemos que padecernos otra casi tan ofensiva, la de encontrarnos a cualquier hora con un “ALÓ PRESIDENTE”, que nos puede dejar auténticos efectos secundarios, cuando no con las secuelas inherentes  a lo otro, las vomitivas reflexiones de un Vpte del Gobierno peculiar, como hibridado entre una Pasionaria “moñuda” y materna y un paterno Lenin, de irrefrenable facundia. El personaje que dice vivir en una imperfecta democracia, en algo así como en una maloliente y estercolada viña, pero en la que, no obstante, prefiere felizmente vendimiar todos los días. Sin pudor alguno, sin caérsele la cara de vergüenza.

Constituyen parte de las terribles cosas de cada día. Las ruedas de molino con las que nos administran su comunión social comunista .

Hay palabras, como las anteriores y las que siguen, que se resisten a salir de la pluma, pero como antes decía, viendo el mundo hundirse a nuestro alrededor, no puedo seguir callado. Porque sé de sobra lo que es luchar en la vida desde hace ya casi cincuenta años, criando a cuatro maravillosos y esforzados hijos e, incluso, haber tenido el atrevimiento de haber fundado tiempos atrás una S.L en la hostelería local, con la que llegué incluso a sufrir mucho más que en los peores momentos imaginables de quirófano. Los terribles días aquellos en que por exceso de testosterona, vanidad o de “Inquietina”, como dice un buen amigo, vaya vd. a saber, uno hasta se atrevió hasta a hacer algo sobresaliente para el ocio nocturno de esta pequeña Huesca, sin ponerse a pensar tan siquiera que la banca, al final sabe siempre mucho más de créditos no devueltos que de piadoso perdón.

…Luis, pásate mañana por la oficina, y no olvides que tú, entre tus socios, eres el más fácilmente embargable. Y, aún, muchos años después, tengo pesadillas con las advertencias del director bancario de marras, mientras miraba a mis cuatro hijos aún pequeños y podía verlos viviendo en la calle, si mi inteligencia no me auxiliaba antes para saber salir de aquella oscura madriguera en que mi estupidez solito me había metido.

Perdónenme este inevitable streptease vital, para poder explicarles mejor el porqué, cuando veo a nuestros desesperados hoteleros/hosteleros rompiendo sus útiles tan llenos de indignación, puedo entenderlos mucho mejor que cualquier político que nunca ni haya trabajado privadamente ni tenido empleado alguno a su cargo. La cosa más frecuente del mundo, dentro de nuestro Monegrino paisaje político. Porque a ellos, los auténticos responsables, los creadores y mantenedores de la Marca España, los han dejado a los pies de los caballos, sin ayudas directas y aun sangrándoles más, sin perdonarles apenas pagos, mientras que los otros, los culpables por acción u omisión, (los responsables que por no saber hacer la O con un canuto, tanto en previsión epidemiológica como en tan siquiera saberse buscar a los más sabios de cada campo para ayudarles a dirigir la difícil batalla contra el bicho),siguen con sus intocables soldadas, aunque pudieran estar viendo todas las miserias de su entorno. Toda la ruina y a la depresión personal y social circundante.

Al menos, dícese que Napoleón perdió en Waterloo porque ese día, el de la batalla, encontrándose con un ataque agudo de tramboflebitis hemorroidal, no pudo montar el caballo desde el que tan bien sabía enardecer a los suyos. Los simples problemas del tren inferior, como solemos decir los médicos, mientras que en muchos de ellos de  la casta política, lo que hemos podido constatar todos los días ,es un lamentable fallo en el tren superior, el de las cosas de la ideación, la creatividad y el pensamiento.

Sí, porque si hinchados por la ética de sus convicciones partidistas, de sobra los hemos visto muy flojitos en la otra ética, la de la responsabilidad, medio abandonando a nuestros mayores,  sanitarios y fuerzas de orden público,además de todos los anteriores, sin apenas medios de protección.

Su falta de responsabilidad: la culpable de todos sus pecados de omisión. La que les ha impedido unirse, por ejemplo, para entre todos ellos, rojos, azules y grises, buscar a los mejores generales, como decía. Ellos, los tan hinchados de amor a si mismos, como tan incapaces de buscar a los más sabios, los que, posiblemente habrían encontrado la mejor forma de repartir los 42.000 millones de gasto público superfluo ( Senado, asesores, chiringuitos, Comarcas, asociaciones de amigos del perro de rabo amarillo, etc, etc) entre todos los necesitados Autónomos y hosteleros. Meterlos bajo ese paraguas protector hasta que acabara el diluvio. Precisamente a ellos, el auténtico motor de este país, tan lleno de posibles Observatorios de clima y otras lindezas como vacío de máquinas quitanieves, llegado el caso.

Confieso que pocas veces he sentido la infantil tentación de considerar a los demás como responsables de todas nuestras desdichas, hasta ahora, en que, visto lo visto, mientras los países de nuestro entorno están sabiendo proporcionar “respiradores artificiales” económicos a los suyos, para sobrellevar su asfixia, aquí parece como si la torpeza oficial, ya con el enfermo en la UCI, no pretendiera otra cosa más que pisarle aún el tubo del oxigeno.

Ellos, los que lamentablemente, aún no han aprendido que la tolerancia y la convivencia con el oponente, como diría un filósofo francés, no es si no ”un momento provisional que permite a los que no se aman soportarse mutuamente, a la espera de poderse amar”.

Qué tiempos estos, Dios mío. Apenas acababa de oír las tonterias de unos y de otros, incluida la modificación posible de la libertad de expresión para que podamos injuriarnos aún con más libertad en adelante, cuando me encuentro con la increíble noticia de que el obispo de Cartagena, saltándose el protocolo, se ha vacunado, en un intento muy humano, por otra parte, de poder retrasar su posible subida a los cielos el mayor tiempo posible. Mientras quedo recordando a aquél Alejandro Magno tirando al suelo el agua que le traía un soldado porque no quería ser, de entre todo su ejército, el único en saciar su sed, según nos cuenta Amin Maalouf en alguno de sus deliciosos libros.

Tiempos estos, decía, en los que a uno le dan ganas, un día si y otro también, “de apearse…de mandar todo a la mierda”, según me decía hace poco un sabio y añoso paciente…”que en casa, oiga, ya hasta hemos decidido ni ver la tv ni comprar periódicos, y no puede Vd. imaginarse como ha mejorado nuestra calidad de vida, libres ya de tanta goleada de contagios y tantísima intoxicación inhumana”.

 

Luis Manuel Aranda

Médico Otorrino

 

 

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