Queridos
Sabiyutos: La realidad, convendréis conmigo, se está poniendo tan jodida, tan
abrumadoramente críptica y desconcertante, que ante una situación social
presente tan ininteligible, todos los pueblos están echando mano al bálsamo de
Fierabrás, a desenterrar su historia en la idea de que maquillándola aquí y
allá podía llegar a entenderse todo un poco, cuando no a buscar un bastardo anestésico o cemento social que una sus
sentimientos de aldea o país. La vuelta al historicismo, en suma, siguiendo la
neomoderna fiebre del “revivals”. De ahí, sin duda, toda la exaltación del
nacionalismo, aunque en su grado máximo y separatista, por haberse pasado siete
pueblos, ahora, cuando el sentido común ha vuelto hacía las volátiles cabezas
de la moda imperante y felizmente caducada, ellos, los padres de la
disgregación y el soñado apartheid anden ya más que preocupados al ver, según
las últimas encuestas, el batacazo que se van a dar por haber calculado mal
hasta dónde puede llegar el sentido común. Por haber jugado con la inteligencia
ajena y haber creído, en suma, que el enemigo es siempre idiota.
Pues
bien, al hilo de lo anterior, Pepe, el padre de Sabiyut, el Míster y querido
hermano, me dijo…tienes que bajar a ver las fiestas de nuestra personalísima
memoria. Merecen la pena. Y como un servidor está siempre buscando cualquier
coartada para recuperar la infancia, aquella en la que sólo contábamos no con
raros caballeros sino con el aguerrido Capitán Trueno y poco más, decidí bajar a
ver el nuevo y peculiar Celtiberia Show medieval sabioteño, en que todo nuestro pueblo ha
decidido buscar su asumible pasado, su conciencia histórica, ya que la
presente, con Griñán, Zarrías y demás compis no está precisamente
para tirar cohetes .
Y, voto
a brios que lo encontrado me fascinó, viendo a todos nuestros paisanos haciendo
arqueología, como en Atapuerca, para desenterrar su historia. Fue muy
gratificante, más aún después de haber visto con inmensa pena como nuestro
querido cine de la plaza de la Sta. Cruz estaba abducido por los chinitos, esos
a los que ayudábamos en las huchas de nuestra juventud ¿recordáis?.
La
fiesta del asombro, sin duda alguna, con toda la mayoría social silenciosa ,
convertida e ilusionada por momentos en hacer de auténticos teloneros de su
pasado . Asombro añadido al comprobar que nuestro querido Juan Miguel ya no
estaba al frente del coheterío. Pregunté
y me dijeron… es que ahora ya no se puede, que ahora casi se exige el título de
ingeniero en pirotecnia, mientras uno rumiaba…y
para ser político apenas nada, manda esa cosa. Pobre Juan Miguel, el
vaciado de contenido. Hacerle eso a él, un hombre con un reconocido Master en
Asistencia festiva y otro en Lanzamiento de cohetes por la universidad de La
Fuente Polo!
Y como
bajé en autocaravana, decidí dormir por el Finisterre sabioteño, junto al
caracol de D. Victor, en los aledaños de calles como la de D. Pedro Torres ( a
cuyo referente y agradable saber hacer, posiblemente debo mi vocacíón
posterior) , de D. Balbino Quesada ( el entrañable secretario de nuestro ayto.
tan capaz de mantener con vida a sus delgados perros sin comer, como de
sorprenderse posteriormente cuando se morían, una vez estaban acostumbrados a
vivir casi del aire, según el eterno y socarrón relato de mi padre).y la del
Canónigo Utrera, sin cuya ejemplar vida, la posterior historia de mi familia
hubiera sido muy otra. Que en paz descansen todos.
Así es
que dormí como nunca entre aquellos queridos fantasmas de nuestro pasado, tras
ver el espléndido paseo recuperado de la muralla, así como a nuestro actual
alcalde, (tan sencillo , no obstante tener “papeles académicos” y todo, cosa
rara en política), pendiente de atender en plan Reina Madre a las mil
necesidades del parto medieval. Al día siguiente, anonadado entre tanto jinete
guerrero, decidí que había que ejecutar el primer y gran principio de la
soldadesca ante el compromiso…el escaqueo, por lo que una vez saludados y abrazados ya tanto Julio
Vasco, como Ginés “el pavo” y tantos otros viejos amigos del alma, decidimos
salir huyendo hacía la casa rural de Herrera, junto al cortijo de la Dehesa del
Caracol, en dónde pasamos dos magníficos días entre sus encantadores dueños,
mientras recordaba algo leido no hacía mucho…
QUE LA
HISTORIA ACTUAL (cómo el periodismo, según alguien tiene cáustica y sabiamente
dicho) NO ESTÁ PARA CONTAR LO QUE OCURRIÓ, SINO LO QUE SE LE INDIQUE. Faltaría
más.
Y
dícese también que José Luis Aranguren, el famoso hombre de la Transición,(el
que se quitó el López de su primer apellido), dijo un buen día en El País…
“Hay
dos clases de entusiasmo; uno, iluso, de ida; otro, lúcido, de vuelta. Es el
nuestro”…el provocado por el esfuerzo de muchísimos años, y que desde el dolor de la emigración y la
lejanía nos ha permitido llevar una digna vida aquí donde vivimos, aunque sin
caballos que nos permitan ir mirando a los demás por encima del hombro ( la
gran finalidad de la equitación, sin duda alguna, entre otras muchas más
saludables).Lo pensaba mientras volvía, para paliar el dolor del regreso. Los
viejos recursos del alma.
Un
abrazo desde esta tan lejana como abrasadora Huesca, en la llevamos varios días
rezando…rezando para que no se nos estropee el aire acondicionado.
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