La vergüenza,
sinónimo de ignominia, del latín “sin nombre”. Sí, porque aparte de acabar así,
sin nombre propio en la Sesión de investidura , somos muchos los que hemos
vivido, en su acepción más común, una auténtica afrenta por su mala praxis,
perpetrada contra nuestro sentido común y cualquier lógica como razonable esperanza ciudadana de que pudiesen
actuar todos sus miembros en plan Fuenteovejuna.
A los que tenemos
cierta edad nos educaron en la vergüenza propia como un sentimiento útil para
ir por la vida, para no hacer el payaso. Un sentimiento capaz del empastamiento
necesario para hacer inteligible el devenir social y la convivencia.
Pero todos aquellos valores volaron y ahora, por eso y otras mil cosas tan angustiantes como bochornosas, estamos así, con profundas ganas de llorar, como me dice una culta y jubilada paciente…confundidos y sin entender nada de nada, mientras se pregunta y me pregunto el porqué de tanto deterioro de la vida pública, dejada, con las excepciones que todos queramos, en manos de tanta gente, lo acabamos de comprobar, tan intelectualmente incapaces para el matrimonio político, como para tener su boca vacía de espumoso odio o el bolsillo lleno de los necesarios apoyos.
Pero todos aquellos valores volaron y ahora, por eso y otras mil cosas tan angustiantes como bochornosas, estamos así, con profundas ganas de llorar, como me dice una culta y jubilada paciente…confundidos y sin entender nada de nada, mientras se pregunta y me pregunto el porqué de tanto deterioro de la vida pública, dejada, con las excepciones que todos queramos, en manos de tanta gente, lo acabamos de comprobar, tan intelectualmente incapaces para el matrimonio político, como para tener su boca vacía de espumoso odio o el bolsillo lleno de los necesarios apoyos.
Acabamos de
padecernos un Congreso que parecía más bien Siciliano, pleno de odios tribales
y alejado lamentablemente de la Europa de los pactos. De terribles odios entre
nuestros representantes, que más bien nos parecían enemigos pagados. Ellos, los
bien pagaos, mientras que tenemos que sufrirnos el que nos amenacen algunos
nacionalistas asilvestrados con irse, con separarse, después de decirnos que no
nos quieren, mientras nosotros, viéndolos, no podemos de dejar de acordarnos de
aquellas terribles palabras que decía Calvino sobre nuestro M. Servet…”no
presto a las palabras de ese individuo más atención que al rebuzno de un asno”.
Políticos del
Congreso en continuado pavoneo, con andares de paseíllo a lo Curro Romero y tan
ajenos ellos al revolcón que el miura criado en el corral de La Dehesa de las
dos Españas les ha dado.
La
esquizofrenia política enlatada, vamos,
y que ha pretendido engañarnos con su falsa etiqueta de envase; con eso de que
la Cámara Baja debería de servir para poner orden, gobierno y convivencia
razonable en todas nuestras vidas, mientras que entre ellos no hay cabida para
la menor pretensión de ejemplaridad, sabiendo como sabemos de sobra en la calle
el que está moralmente prohibido el insultar por insultar a los demás.
Cámara con
comunistas de la vieja escuela, de esos que enterraron a Dios hace años, mientras
ahora optan por el amor, por darse provocadores e insultantes besos en la boca,
frente y cerca de la estupefacta cara de los vecinos de la farsa, para
mostrarse poco después de la amorosa pantomima, como Calvino se mostraba frente
a cualquier pecador…”duro y sin piedad”.
Lejos, muy lejos de
aquella Pasionaria, que sabía estar en su escaño, sin moverse y sin hacer la
risa, como decimos por aquí. Con la dignidad y el debido respeto tanto a la
Institución como a todos nosotros. Mientras otros, más moderados, pedían
renovación de cargos sin consideración alguna por la edad y experiencia ajenas,
mientras miraban a los contrincantes con cara y pensamiento parejos a los de un
pastor de mi pueblo…”las ovejas viejas para hacer hamburguesas”.
Congreso auténtico
Patio de La Corrala, tan lleno de taconeo verbal como de sonrientes y
aduladores palmeros. De perdedores electorales intentando ganar el poder a
cualquier precio y cegados por una ilusoria sensación de éxito.
Me contaba un amigo
profesor como tras varias preguntas a un opositor en un examen oral, al no saber
responder a ninguna, este le abroncó…pues si no está preparado ¿a qué ha venido
al examen?...pues a ver si había suertecilla!, dice que le respondió el
personaje. Valga la metáfora.
Llevo dos días en
“pain”, que diría un catalán, digiriendo la cosa: el patético espectáculo del
Debate que más bien parecía diseñado para distraernos de no ver a la
cariacontecida Infanta en el banquillo. Espectáculo más a la altura del susto
que del buen gobernar. SÍ, porque tras la vergüenza de aquél terrible 23F, con
nuestros padres de la patria tan amenazados como escondidos y con el Dios mío,
Dios mío entre los labios, ahora, ellos, los Congresistas, con su peculiar
golpe de no asunción de responsabilidades y obligado entendimiento, nos han
dejado a los pies de los caballos, de la desinversión y de la desmoralización y
el desánimo ciudadano más lamentable.
Nos han dejado y si me permiten la broma dentro de tanta preocupación, como a aquél optimista andaluz que estaba en la UVI, lleno de tubos, y que cuando alguien le visitaba no dejaba de decirle…¿verdad que parezco un cuarto de baño sin alicatar?
Nos han dejado y si me permiten la broma dentro de tanta preocupación, como a aquél optimista andaluz que estaba en la UVI, lleno de tubos, y que cuando alguien le visitaba no dejaba de decirle…¿verdad que parezco un cuarto de baño sin alicatar?
Dícese que en
Atenas se desterraba transitoriamente a quién no lo merecía, mientras hace poco
Maalouf, el Nobel de literatura, nos decía también…”aunque no te metas en
política, la política acaba siempre metiéndose contigo”.
Pobres escultores
actuales, teniendo que vivir en esta época tan mala y con tan pocos grandes
hombres de los que hacer estatuas. Que la política “se ha convertido en la
fatalité moderne”. Lo decía el gran Napoleón, y desde entonces todo ha
mejorado, sin duda alguna ¿no les parece, viendo cómo está el patio?
Luis Manuel Aranda
Médico- Otorrino
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