EL GRAN HERMANO VIP
…¡chica,
apártate, que me voy a echar unos gases!
Es lo que puedo oír, mientras zapineo tomando el pulso a
nuestra degradada Tv. Y es tal la indignación Vip y asombro Vip por lo visto y
oído, que no puedo evitar la tentación de compartir con todos Vdes. esto que ya
publiqué en la prensa, allá por mayo del dos mil, recién parido este engendro
que no deja de superarse año tras año.
Vivimos días sorprendentes. Acaba de nacer una nueva
estrella que conduce a millones de españoles a un peculiar Belén, sin niño ni
sagrada familia, pero habitada por jóvenes dispuestos a hacer el “primo” cuánto
haga falta. Una compactada banda de melifluos y conspicuos mozalbetes, hermanos
que no de sangre, sino de plató.
Empezaron desde cero una vida en común y cada día van
inventándosela, he aquí el secreto de la pomada, viviendo en habitaciones
acuario un loco romance de pasión ante sus admiradas y sagradas cámaras.
Jóvenes gentes que están
como encantados de haberse conocido, entusiasmados y activos,
preocupados solamente por lo inmediato, por hacer continuada apología de sí
mismos. Es fundamental, porque n el cruel programa, verdadero y neomoderno
campo de concentración voluntario, irán cargándose progresivamente a los más
tarambanas, desustanciados o menos epatantes, como se dice ahora; mientras que
irán salvándose los más graciosetes y los de humor de puerta de wáter más
sobresaliente.
Acaba uno por acordarse, viendo el programa, de aquellas
fulanas del barrio chino de Amsterdan, exhibiéndose sin pudor alguno en los
escaparates de sus casas de lenocinio. Ya lo soñó Veléz de Güevara( el gran
escritor de Écija y del siglo XVII) en su Diablo Cojuelo, mediante aquél personaje
que en sobrevolando Madrid, veía a través del techo transparente de sus casas
la aburrida vida de sus habitantes.
Ni los jíbaros hubieran diseñado un programa tan
contundente, tan pequeño en contenidos, pero tan grande en su masivo éxito, que
dicen las encuestas. Programa asombroso en el que sólo se pueden ver a jóvenes
tratando de emitir luz como las luciérnagas, con soberbia de faraones o de
candidato electoral, y convencidos de poseer bellos colores con los que
millones de televisivas moscas quedarán atrapadas irremisiblemente. La nueva
porno-antropología. El programa reclamo que permite, en suma, ver a los demás
viviendo en grupo, como a los gorilas africanos, mientras nos puede distraer de
nuestro posible y personal cruel aislamiento humano. Aislamiento confirmado con
el último e-mail que medio mundo ha recibido, mediante el “I love you” enviado
desde cualquier suburbio de Filipinas y que ha hecho picar a la humanidad
entera, cuál si de un hambriento lucio expectante se tratase.
¿Qué carencias afectivas no tendremos todos, cuando un
simple “te amo” en el correo electrónico ha producido el que millones de personajes( el tema de moda estos días en
los mass media) cayeran de bruces sobre el sabroso pastel.
Hospitalismo o enfermedad por falta de amor, se llama a
lo que presentan los niños huérfanos recluidos en fríos hospitales u
orfelinatos. Pienso en todo ello, ante tanta televisiva desgracia presente,
mientras caigo en la cuenta de la nueva enfermedad descrita por Marina, la de
la infoxicación o la de La civilización del espectáculo, tan bien descrita por
Vargas Llosa en su penúltimo libro.
La enfermedad de los nuevos tiempos, que junto a la
soledad y la falta de afectos y amistad cada día más evidentes, en este falso
mundo moderno de la mayor comunicación, provocan el que uno, que inicia la
caída de la tercera edad, cada día recuerde más aquél viejo deseo de D.Pío
Baroja…”A mí, dadme los viejos caballitos del tiovivo”.
Luis Manuel Aranda
De la Sociedad Española de médicos escritores
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