BOTELLA DE NÁUFRAGO
Era por la Navidad de 1.999 cuando nuestro querido y
admirado vecino y escritor D. Antonio Muñoz Molina nos regalaba su último
libro…Pura Alegría, y como uno andaba joven aún sin las suficientes lecturas,
me supo a gloria el leer sus disquisiciones esclarecedoras sobre la creación
literaria. Posteriormente, otros autores fueron aclarándomelo todo, diciéndome
cosas como eso de ”cuando un libro se escribe, es la humanidad entera la que lo
hace”, o bien leyendo las cristalinas y sinceras confesiones de Savater,
imputando al gran filósofo Ciorán casi el origen y las inspiración de toda su
obra.
Tras empaparme de su “Pura Alegría”, no pude evitar el
mandarle las palabras que siguen; y lo hice a través de su editorial, en una
época en que las cosas de la comunicación no eran como ahora, pero la cosa
quedó sin respuesta alguna e imaginando a mi vez que había hecho el canelo…o bien
que como un naúfrago, simplemente había lanzado una botella al mar de la vida,
pero ahora, limpiando la casa de papeles viejos, aparecen aquellas letras que
,me van a permitir compartir con Vdes, porque hablan de cosas de infancia y
agradecimiento, siempre eternas y válidas. Le decía…
Querido maestro: La lejanía tiene indudablemente sus ventajas, No
sólo es la añoranza, sino que mucho más grande es el beneficio del ensueño que
nos proporcionan los kms. y kms. de distancia que separan de nuestra querida tierra
y nuestra infancia. Y, soñando estaba en esta tierra del Altoaragón, en la que
vivo desde hace demasiados años, cuando cayó en mis manos hace tiempo “El
Jinete Polaco”. No se puede imaginar lo que agradecí sus memorias. Sumergirme
de nuevo en El Sistema Métrico, en donde mi pobre madre comprándome con mil esfuerzos mi primer traje me hizo
entender que había derecho a la esperanza, y volver a pensar en Ramiro el
Retratista( supuesta casa Baras) ,visita obligada tras la comunión y desde
Sabiote, fue todo un cúmulo de conmovedoras emociones, aunque en su obra no
estuvieran los Biedmas, la gran catedral laica y comercial de entonces, en
donde los niños pobres de la periferia de su gran y rico pueblo, Mágina,
creíamos ver todo el emergente y simpático poderío económico de nuestra querida
tierra.
Luego he podido ir siguiendo su singladura literaria con
Beltenebros, Un invierno en Lisboa y tanta y tanta obra andantes y felices por
mis estanterías .Imagínese habiendo sido servidor un “D.Mercurio “militar, como
entendí y me reí con su Ardor Guerrero, después de haberme pasado casi quince
años en aquella empresa.
Al acabar la carrera de Medicina en Madrid, tras haber
pasado metido en el diario calorcillo del Ateneo sus seis años, la vida me hizo
médico militar y caprichosamente me extrusó a Huesca, en donde nos hemos
adaptado perfectamente gracias a saber sonreír, en esta adusta tierra de
célebres anarquistas, y a nuestra profunda afición a perdernos andando entre el
silencio de nuestros maravillosos valles Pirenaicos.
Bueno, gracias a ello y a pequeños trucos que cultivamos
para que el destierro sea más llevadero. Todos los años, por Semana Santa,
intentamos bajar a comprar orégano y aceite en la plaza de abastos de su
pueblo, mientras dedicamos un recuerdo a su padre. Así nos llenamos de sabores
infantiles hasta el siguiente año, el desarraigo de cada día. Entre eso y el poder verle a Vd. en alguna
ocasión tomando plácidamente una cerveza con los suyos en el patio del Parador
de Úbeda, creemos haber cumplido sobradamente con el cupo de respeto debido al
cada día más añorado terruño. Cosas de la edad, dice mi mujer.
Todo este farragoso e inevitable prólogo, no pretende más
que acabar encuadrando mi agradecimiento por su obra y por su lúcida sensatez
en este desquiciado país, otrora llamado España, en el que por si todos los
elementos de preocupación social no fueran pocos, me he encontrado con una
minusvalía personal, un menoscabo añadido., con una verdadera angustia. Verá, a
mi edad, con cincuenta tacos entonces (…quién los pillara!), tras consolidar mi
vida profesional y familiar, y cuando apenas me quedaban placeres por explorar,
me aparecieron sin avisar y hace unos años, unos extraños dolores, como de
parto, que sólo se mitigaban cogiendo una pluma y echando fuera la rabia por
tanta y tanta cosa vivida. Comencé a escribir artículos, en suma, y sin saber
por qué, como Vd. mismo hizo en aquél
periódico de Granada en sus años mozos. Y desde entonces, mis días se han ido
llenando de un extraño desasosiego, mezcla de sabor agridulce. Dulce por el placer
de la letra impresa y el reconocimiento de mis cuatro pacientes que, temerosos
de posibles cirugías futuras, siempre procuran halagarme, y agrio, a la vez, por
saber que muchas de las ideas de fondo, no eran sino maduros frutos de mis
muchas lecturas y la buena memoria, no ajena al posible plagio.
Pero me acaba de caer del cielo su último libro…Pura
Alegría y sus divagaciones sobre la creación literaria y todas sus verdades,han
acabado por reconciliarme conmigo mismo , extirpándome toda la empanada mental
que me zahería. Créame que ha sido el mejor regalo de Reyes que últimamente
había recibido..
Sólo me queda decirle que si algún día visita el
Altoaragón, en Huesca capital y en Jaca tiene su casa. Avíseme para enseñarle
esta preciosa tierra, casi tan bonita como Sierra Mágina y en donde podrá
encontrar hasta sabores de aquellos lejanos cerros.
Gracias una vez más por su obra última, todas sus sabias
reflexiones y por haberme recreado hace años, profundos recuerdos de infancia y
juventud que tenía casi perdidos. De nuevo y gracias a ella, puedo encontrarme cuando me lo demanda la morriña…como
sumergido en “la tienda del Paso”.
Reciba un agradecido y cariñoso abrazo
Luis Manuel Aranda
Médico Otorrino-Huesca
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