Colegio de médicos de Huesca
Sr. Presidente
Hacer balance de
las cosas y la vida siempre es un sentimiento agridulce, pero reflexiones como
siguen me han obligado a hacerlas. Ojalá todos estos trapos se hubieran lavado
en la doméstica intimidad.
Verán, el Colegio
de médicos ha venido siendo para mí, y
supongo que para muchos de mis compañeros, como ese profesor que aprendió a
desincentivar a sus alumnos para que pagaran y no vinieran siquiera a clase.
Uno, al finalizar
la carrera, se encontró con que tenía que ser obligatoriamente adoptado por algo
así como una madrastra “democrática”, nuestro Colegio, según rezaban y rezan
sus Estatutos (apartado dos de su art. 1º). Decíase que era por nuestro bien,
para protegernos, y aunque sabía que las cosas más creíbles y sagradas nunca
deberían de llevar lo del obligado cumplimiento, sabía también lo de las
lentejas…o te colegiabas o lo dejabas. Así es que aunque lo hice a
regañadientes, luego, poco a poco fui
viendo la cosa y la casa como algo familiar en donde te permitían tanto hacer fotocopias gratis, por ej. , como
saber con enorme contento, otro valor añadido: que tendrías en la hora final el
consuelo de una gran esquela mortuoria en la Prensa local por los servicios
prestados. Y así, china chana, he sobrellevado la cuestión hasta llegar a donde
estamos, a ver la feliz consolidación de un remedo de mini Corte Inglés, a un
opulento reducto que tanto vale para un roto como para un descosido, y en donde
puede gestionarse desde un seguro a un fondo de pensiones.
Y como se dijese
que era una Institución llamada a la protección del colectivo, para luchar
contra el intrusismo profesional, entre otros sublimes fines, un buen día y
desde la bisoñez de mis años mozos, permítanme la anécdota: tras oír en un
programa de radio Huesca un publirreportaje en que una curandera local decía
que curaba las sinusitis echando dos gotas de limón cada dos horas en los ojos
del “sufridor”, porque estaba comprobado que los bichos al notar la quemazón
cercana salían huyendo hacia otros lares, uno, tras sobreponerse al impacto recibido,
salíó hacia el Colegio con la denuncia en la mano. Pues bien, al mes, un buen día
pregunté al Secretario por la evolución de la cosa y él, sonriendo, me
respondió…gracias a tu denuncia, ahora tenemos en el colegio un cassette. La emisora
nos entregó una cinta con la grabación y había que oírla. Lo oímos y ¡chico,
qué horror! Increíble ¿verdad? Así quedó la persecución del peligro público, de
la intrusa, pueden creérselo.
Podría extenderme
con otras lindezas tan escandalosas como la anterior, pero que reservo por si
hubiese lugar más adelante.
En fin, y para
centrar el tema, sepan que para ocupar el puesto de Presidente, como también
ocurre en la política, no hace falta control de calidad alguno. En la una,
porque “te ponen”, y en la otra, la colegial, porque te pones, y cómo nadie
suele querer competir, pues que te llegan a votar el 13% de la colegiación y
todos tan felices. La democracia del poco más del diez por ciento. Un nuevo
invento made in Huesca.
Pues bien, con
estos mimbres, la nueva Junta directiva, por aquellos días tan reivindicativos
como patéticos de La Marea Blanca, colocó un anuncio en este mismo Diario que
decía…”El colegio de médicos de Huesca por la defensa de la Sanidad Pública”,
pasando de cualquier recato. Un desvergonzado anuncio, al nivel de esas
tórtolas que copulan frente a mi ventana. Al verlo, pensé…mal empezamos, ya
está la nueva Junta gobernando como Julián el de la Pantoja gobernaba Marbella.
Con la sharia, la prédica de la guerra santa contra el infiel: contra aquellos
médicos o pacientes que hemos decidido hace ya muchísimos años, hacer de la
libertad de ejercicio profesional y de la libertad constitucional de los demás
a elegirnos, el norte de nuestras vidas. Sí, porque era un anuncio oficial
moldeado como con una aleación del populismo tan en boga, y por otra parte, con
el desconocimiento de los Estatutos de la Corporación de derecho público que debería
regirnos, cuyo capitulo III, en su apartado 11 dice:”…defender los derechos y
la dignidad de los colegiados que representa, proporcionando el debido amparo
colegial, si fueran objeto de vejación, menoscabo o desconsideración en
cuestiones profesionales”.
Y aunque el anuncio
tuve que leérmelo dos veces para acabar de creérmelo, pensé con
Sócrates…dejémoslo pasar que ”nadie hace el mal sino por ignorancia”, que
acaban de aterrizar y seguro que los pobrecillos ni siquiera han tenido tiempo
de leerse los Estatutos, como para no saber a estas alturas, que aunque apenas
les haya votado nadie, están para defender a la totalidad del ejercicio
profesional y no a una parte. Para no tener fijación sectaria alguna.
Lo dejé pasar, como
se deja pasar una tormenta desagradable que deja frío en el cuerpo y en el
alma, mientras me acordaba, por lejana simetría con el tema, del Conde de
Aranda, tan cercano a Huesca. El exaltado que no levantaba apenas la voz y era
capaz de todo, hasta el extremo de que porque odiaba a los hombres de
Torquemada, llegó a acabar con la Inquisición. Pero hace un mes, encontré en el
tablón de anuncios colegial el mismo mantra, el mismísimo anuncio insalubre y
tóxico. Así es que solicité que se retirase, primero oralmente, vía empleados,
y después por escrito al Presidente exigí que bajase del púlpito laico “la
apologética cosa”.
Pues bien, como el
mayor desprecio es no hacer aprecio, a día de hoy, sigue tanto el cartelito de
marras como el obstinado silencio presidencial ante mi justificada reclamación.
Sigue con su heroica terquedad, no queriendo admitir mi previa y privada
reclamación, así es que ahora, no me ha
quedado más que el recurso de este pataleo. Que los médicos sabemos tan bien
como cualquiera, que cuando nos equivocamos, casi nunca se nos denuncia por la
mala praxis, si esta se ejerció previamente con humanidad, sino por la soberbia
y el no reconocimiento posterior del fallo. Así son las cosas.
Resumiendo todo lo
anterior y en lenguaje de mi pueblo: el Colegio de médicos ni puede ni debe
poner anuncios tales, porque…a)”el beba Coca Cola” se pone con el dinero de
todos y b) porque ya los Estatutos nos marcan que tanto la Pepsi- Cola como la
Coca- Cola son las bebidas oficiales de la casa.
Y, para terminar, siguiendo en el lenguaje
simplón e inteligible anterior, tengo un querido amigo que es carnicero,
dedicado en exclusiva al Ternasco de Aragón ¿qué diría Roque, caso de que le
obligaran alguna vez a pertenecer a la Asociación de carniceros, si esta un
buen día se levantara anunciando que sólo deberíamos consumir carne de pollo?.
Cuenta la
literatura que Gracián decía de Quevedo que sus hojas( o los eslóganes de
marras, diría un servidor) eran como las del tabaco, más de vicio que de
provecho. Pues eso. Cordiales saludos
Luis Manuel Aranda
Médico- Otorrino
Huesca -Hoy ha nacido la primavera
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