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Contener la ira
CONTENER LA IRA
24-agosto-2.000
Atentado de ETA en Sallent
La tópica consigna de
los poderes públicos desde hace quizás demasiados años, porque derramándose
tanto dolor como fluye de continuo por cientos de supurantes y crónicas
heridas, temen que la ira se nos escape y de comienzo a la sempiterna tragedia
española del derramamiento cíclico de la sangre, tan típica de nuestro
devenir histórico, tan olvidado el
pobrecito.
Pero de consignas así,
de inoperancias tanto legislativas como policiales y de oir decir que muchas
acciones terroristas vienen justificadas por el estado cuasi agónico en que se
encuentran, comenzamos a estar dolorosamente hartos.
Que no nos engañen con
cuentos, hablándonos de soluciones policiales como única alternativa contra los
violentos; algo que ya lleva 35 años en práctica y que no les ha asustado en
absoluto, yendo como van casi a Paradores nacionales tras su detención, sin
estar aún ensayada la cadena perpetua, los trabajos forzados ni el aislamiento
total del entorno asesino.
El pasado domingo, día
20 de autos, suspendí mi descanso semanal en la montaña, en donde me encontraba
rodeado de buenas gentes, vecinos que como otros tantos veranos anteriores
hablaban en un extraño idioma diciéndose cosas como aita y agur. Un idioma al
decir de Voltaire, utilizado no hace muchos años por casi solamente pastores
vascos para hablar con sus vacas.
Pues de parte del
polvo de aquellos caseríos, sépanlo todos, nos llegaron los lodos actuales.
Pues bien, a dichos
vecinos y en la piscina, a botepronto, les oí pasar del agur a un estruendoso
“cabrones, que me inquietó y obligó a preguntarles lo que pasaba.
Así fue como me
relataron, mientras las lágrimas corrían por sus caras, lo que acababan de oir
por la radio, lo acontecido en Sallent y comprendí aún más su doble tragedia;
la de tener que soportar a tanto bastardo vecino, allá en su tierra, en que la
famosa calle Barroca o como se llame, les llena diariamente de mierda sus casas
y calles, como de vergüenza e impotencia sus almas y por otra parte,la tragedia
de tener que salir deprisa y avergonzados de Sallent, en evitación de males
mayores, aunque muchos de ellos estuviesen acostumbrados al amigable abrazo
salvador de guardias civiles que jugándose cada día la piel y la vida, les
tenían salvados de quedar atrapados por barrancos y traicioneras montañas, sin
tan siquiera preguntarles previamente sobre su filiación política. Buenos
vascos ellos, viviendo en continuada huida de sus otros “salvadores vascos”,
tan amantes de las verdades únicas como forofos de la locura y representantes
del 16% de su pueblo, pero con el cerebro lleno de arqueología y que han debido
de calcular que matando al 84% de la población restante, cuando ya no queden ni
monaguillos para celebrar funerales, podrán gobernar al fin, ya felizmente
instalados en su genuina mafia política sobre su particularísimo Archipiélago
Gulag, pletórico de banderas llenas de serpientes y garrotes. La película de la
independencia de la India, viéndose a un Gandhi, con su política pacifista, de
no beligerancia, ganando batallas a Lord Mounthbaten y al poderoso Imperio
Inglés, permanece aún con demasiado peso en nuestro subconsciente colectivo.
Pero aquellos eran comportamientos entre gentes inteligentes y todo fue posible
al final, pero en nuestra cultura latina, tal vez podríamos encontrar otro tipo
de claves que nos ayudasen a poner luz al final del túnel, mientras podemos
acordarnos de aquél sabio pensamiento de Leonardo de Vinci…”el que no valora la
vida, no se la merece”. O, tal vez, podríamos acordarnos del poema Vientos del
pueblo me llevan de Miguel Hernández…
Yugos os quieren
poner/
Gentes de la hierba
mala./
Yugos que habréis de
dejar/
Rotos sobre sus
espaldas.
Posdata: en la
manifestación de la tarde del lunes día 21, en la plaza de Navarra de Huesca,
decía una espontánea pancarta…”lloremos como niños lo que no sabemos resolver
como adultos”. Pues eso, un buen resumen del estado de la cuestión.
Luis Manuel Aranda
Médico- Otorrino
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