sábado, 5 de septiembre de 2015

CAMPEONATO DE ESPAÑA DE CICLISMO



Campeonato de España de ciclismo para médicos

Se ha celebrado en Huesca hace pocos días. Por casualidad me enteré y, porque para un servidor ciclismo y felicidad siempre han sido términos sinónimos, me subí al carro sin pensármelo dos veces.
 Mi hijo Luis, de valor ciclista acreditado, certificado incluso por la  dura academia de la Quebrantahuesos, me inquirió al enterarse…¿pero tú sabes, papá, donde te vas a meter?. Mira que eres desde nuestra más tierna infancia ciclista de los de cicloturismo, y una carrera es otra cosa; sábete que cuando a un ciclista moderno nos ponen un dorsal, entonces se nos cruzan los cables y sólo pensamos en ser máquinas de humillar al enemigo. Qué aparcamos la humanidad y todo eso, tan hipocrático. Qué nos convertimos, simplemente, en un fin para otra cosa, no lo olvides.
Pero a pesar de su cariñoso y sabio consejo, a pesar de que el deporte de la bicicleta se está convirtiendo en algo cada día más peligroso, de a tres muertos/mes, son tales sus propiedades salutíferas, que seguí en el empeño, porque llevaba unas semanas previas de sabores agrios, literariamente hablando, y precisaba de un antídoto, de un paréntesis vital dulce ante tanta y tanta preocupación espiritual suscitada. Necesitaba de un bálsamo de Fierabrás, viendo como veía que a pesar del tiempo transcurrido y desde 1.816 en que lo dijo, el tiempo de evolución histórico socio- político, parece que no nos ha servido para nada. No aprendemos.
Decía Larra, viendo el patio del momento…”tenemos muchos políticos con la altura justa para darle la mano a los niños”. Con anterioridad, y perdón por los cultismos, leía a Donoso Cortés, escritor como el anterior surgido tras la guerra de la Independencia, en la primera mitad del XIX y en su Ensayo sobre el catolicismo, en una carta dirigida a la reina madre, Dª María Cristina de Borbón, decía…”las clases menesterosas, Señora, no se levantan hoy contra las acomodadas, sino porque las acomodadas se han resfriado en la caridad para con los menesterosos. Si los ricos no hubieran perdido la virtud de la caridad, Dios no hubiera permitido que los pobres hubieran perdido la virtud de la paciencia”. Todo tan actual como preocupante.
Así es que cabizbajo como andaba y ajeno incluso a la puñetera bronquitis que venía arrastrando, me inscribí ,no sin antes haber pactado con mi mujer en que debería de esperarme en Monflorite, por si tras su subida, decidía que ya estaba bien. Así aprovecharía para conocer, al fin, nuestro lastimoso aeropuerto, de tan triste fama y memoria.
Llegó la recogida de dorsales la tarde anterior, y como bien comentaba mi hijo, ya sea por la adrenalina, las endorfinas o vaya Vd. a saber, al recibir el rutilante número, dejé la tosecilla que venía arrastrando y comencé a sentirme con veinte años menos, a mirar de tú a tú, vamos, a los cien compañeros participantes  que conocí a continuación en la recepción que tanto Colegio de médicos como Ayuntamiento nos ofrecieron en el Casino, en donde el segundo edil, el Sr. Gella, nos dirigió sus amables palabras de circunstancias, con la consabida coletilla también de …”que debíamos de perdonar a la señora alcaldesa, porque sus problemas de agenda le impedían compartir con nosotros tan señalado momento”. Campeonato de España, sin cámaras, y sin alcaldesa. Para llorar. Bien es verdad que al día siguiente nos acompañó, dicho sea en honor de ella y nuestro.
Lapsus aparte, la recepción constituyó como un primer round que nos sirvió para medir al de la otra autonomía, al enemigo, que en algunos casos venía hasta con pantalón corto, pierna y cabeza afeitados, en plan intimidatorio total. A mi lado, tuve un clon de Pantani ¿ recuerdan a aquél” diablo italiano”, tristemente fallecido?. Un camarada de Bilbao, como un Dr. Infierno, tan puesto, ciclablemente  hablando, que uno no pudo aguantarse la tentación de espetarle…¡Ayvalahostia, Patxi, con tu pinta, como no corras con una mano atada a la espalda, aquí nadie tiene nada que hacer mañana!, a lo que él, con cara circunspecta, cara autonómica, me respondió…”mira, tobarishi (camarada, en argot de Bildu), uno, con ser de Bilbado, ya no necesita ganar nada, tiene más que suficiente. Así, con un par.
Luego, tal vez por aquello de que la elegancia está en pasar desapercibido y más aún en ciclismo, en donde el factor sorpresa es fundamental, llegó a ganar un joven, un R-l o R-2 de Pamplona, compañero de leche de Indurain( sí, que sus madres compraban la leche en la misma lechería, debe ser), y más bien con cara de angelote mofletudo de cualquier cuadro de Murillo que de ciclista-de-pañuelo-pirata-con- la-cara-de-matar del anterior.
Bueno, pues aún visto lo visto, decidí participar aunque fuese como R-43 (médico residente de cuarenta y tres años tras acabar la carrera), pensando sólo en que llegaría el último y en demostrarme que mi autoestima, una vez más, estaba no tanto en tener un buen auto, como creen los de mi pueblo, sino en saber dejar a mis nietos el regalo de la ilusión, aún a mi procelosa edad.
Y, acabé la carrera aún con el viento de  cara, valiéndome, bien es verdad, de los trucos que la edad nos va concediendo, todo sea dicho. Sí, y es que la hermana Cruz Roja, una vez más tan colaboradora y altruista, decidió asignarme sin costo alguno de mi parte, la ambulancia escoba. Sólo gracias a ella pude acabar. Sus reconfortantes acelerones, en los repechos, constituyeron como un aplauso, o más bien como un auténtico boca a boca espiritual. Gracias, D. Francisco Barreña, presidente de la Cosa. Le debo a Vd. un cortado cuando nos veamos.
Por fin acabó todo felizmente, pero viendo la comida final de fraternal celebración, con médicos de todas las autonomías abrazándose y estrechando vía deporte lazos de hermandad que luego la política se puede ir encargando de disipar, uno, lamentablemente, volvía al estado mental agrio, de suspicacia de los días previos a la carrera, y es que viendo a más de un presidente colegial o tesorero, incluso con señora/marido incluidos, acompañantes del evento, no podía por menos de pensar si nuestros queridos colegios profesionales no estarán aprovechando, vía Junta Directiva, estos acontecimientos tan  alejados de la gran masa colegial en beneficio propio, y más ahora cuando comienza un nuevo tiempo en que Felipe VI acaba de pedirnos una más estricta ética en todos los niveles posibles y más aún cuando somos depositarios del dinero ajeno.
Suspicacia, sospecha o desconfianza que quedaría satisfecha si alguien, privada o públicamente, me pudiese confirmar lo contrario.
Dicho sea todo lo anterior con mi más sentido pésame a toda la familia ciclista por el pasado y trágico fin de semana  vivido. Descansen en paz los compañeros fallecidos  por las vías verdes que el buen Dios les debe de tener preparadas allá por las nubes.

Luis Manuel Aranda
Médico- Otorrino

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