sábado, 5 de septiembre de 2015

LA CERTERA EDAD



    LA CERTERA EDAD
            Para Cristóbal

Mi amigo Pedro lleva habitando en ella varios años y ha llegado esplendorosamente adonde está, a sus setenta y pocos años, tras haber pagado el peaje de una vida dura de austeridad y trabajo, que le permite ahora el poder presumir de haber hecho un patrimonio muchísimo mayor que el que recibió de su padre. Una de las claves , sin duda, de su éxito y respeto ajenos logrados en este efímero mundo y ,como ha llegado a la edad de la sensatez, de la serenidad y en la que empieza uno a sentirse molestado por demasiadas cosas, él, que sabe transmitirnos siempre la sensación de hablar desde la reflexión, del pensar antes que hablar, cuando nos vemos ,también bajo la frustración y la desilusión del constatar que no hemos sabido construir un mundo mejor de valores que legar a nuestros nietos, me incita, me acaba siempre animando a ponerle letra a esta pobre música social actual en que todos podemos, con inmenso pesar, encontrarnos ya a alguno de los propios hijos, laboralmente explotado o estresado, ya a pobres nietos propios o ajenos semiabandonados emocionalmente , cuando no a muchos de nuestros amigos, ilustres yayos, tan explotados como desconcertados, estupefactos ante el infeliz presente de su maltratada jubilación.
Incitación que me llega en días  de moderno retiro espiritual vacacional, rumiando precisamente aquella aseveración de nuestro filósofo Julián Marías…”es deprimente vivir en una época de decadencia cuando uno ha conocido otras épocas”.
Sí, porque si en muchas casas las cosas pudieran ir de mal en peor, con situaciones tan dramáticas como vergonzosas del …”tú, papá, ver, oír y callar”(cosas del zappin tv maldito de cualquier instante), fuera, en la calle, la situación puede conducirnos al borde del paroxismo infartogénico cuando al ir al restaurante, la camarera-veinteañera de piercing mil y oculta bajo un horrible y generalizado tatuaje(con el que posiblemente pretende ocultar todo su vacío mental),puede preguntarnos…¿qué queréis, chicos?...¡dime, cariño!, en el mejor de los casos, cuando no aquello tan patogénico de …¿qué te pasa, abuelo?, en la urgencias del Salud, y que casi siempre suele llegar a agravar aún más la cosa.
Luis, es terrible la pendiente en que nos ha colocado la mala-educación-LOGSE de tantísimos años atrás, a la sociedad en general, habiendo creado un abismo entre unos y otros, una total falta de entendimiento, suele decirnos Pedro, lleno de asombro, cuando nos reunimos,. Y lo argumenta con algo de nuestra personalísima memoria histórica , no por menos sabido, menos olvidado…el recuerdo de aquellas perdidas normas de urbanidad tan útiles, las “del buen porte y buenos modales que abrían puertas principales”, por ej. Normas capaces de proporcionar el necesario empastamiento social para que todos pudiéramos vivir como en un coro de voces, dentro de una mínima armonía, entendiéndonos, en suma. Era básico eso y el saber que sin el respeto a los mayores uno, difícilmente podía salir adelante, cuando ahora, con la pirámide de moda invertida, hasta podemos andar recelosos, con miedo a que cualquier ni-ni, cualquier chiquilicuatre pueda llegar a pontificarnos, llegado el caso, en plan de malcriado hijo de Berdolé .
Sí, solemos decirle los contertulios, esto se está poniendo jodido, entre las situaciones tan negativas como las anteriores y las otras, las positivas, pero desgraciadamente desaparecidos ya, aquellos puntuales y fugaces momentos de felicidad que eran la auténtica sal y pimienta de la vida…la caza, el tenis, los largos paseos en bici, etc., etc. Las pequeñas pérdidas que sumadas a las otras, las grandes, las de comenzar a enterrar a familiares y amigos, hacen que el camino de espinas vital cada día nos resulte más difícil de sobrellevar. Al comprobar, con más frecuencia de la deseada el que “hoy se nos mueren más gentes que antes no se morían”, según nos cuenta la sensibilidad irónica del gran García Márquez.
Es lo que hay, las cosas son como son, aunque no estemos obligados a tener que tragarlas sin rebelarnos. Que la teoría de la relatividad, aplicada a las cuestiones humanas, lo habrá fundido casi todo, dejándonos perplejos y confusos, pero debemos de conservar aún unas mínimas e innegociables líneas rojas en lo que es nuestra tolerancia y respeto propios que, de sobrepasarlas los demás, supondrían la puntilla final, el punto de no retorno de nuestra más básica dignidad y autoestima.
Puñetera jubilación, en la que un día sí y otro también pueden aparecerse situaciones tan desconcertantes como frustrantes, ya en el plano biológico, como el pretender orinar en algún momento sin encontrar la forma de poder hacerlo, u otras, tan espirituales como fallidas, como cuando comprobamos que cualquier proposición de negocio, vacación o cambio vital de cualquier índole propios, son tajantemente criticadas y abortadas por los propios hijos, enfadados cuál rottweileres, cuando no por la propia esposa, tan situada siempre a su lado, haciendo piña eterna con ellos.
Al final, Pedro ¿sabes lo que hacemos los demás para sobrevivir en este valle de eso?, pues recurrir al viejo y sabio principio filosófico de que “no hay desgracia por muy grande que sea, en esta puñetera vida, que no se pueda sobrellevar con nuestra más absoluta indiferencia”. Que lo contrario, el estar pensando siempre en nuestro perdido mundo de ayer, pudiera acabar en la cara consulta psiquiátrica.
Un abrazo
Luis Manuel Aranda…Médico- Otorrino


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