domingo, 13 de septiembre de 2015

DE MÉDICOS Y MEDICINA



DE MÉDICOS Y MEDICINA

(A mi hijo Pablo).

Articulo publicado en Heraldo de Huesca el 18-6-2.000

 

Me has preguntado a estas alturas del curso si deberías de dejar Biología y reconducir tu carrera hacía Medicina, allá en Pamplona. Difícil dilema, hijo. Ando haciendo estos días balance de mi vida profesional, tras una larga y estresada singladura de casi treinta años entre medicina rural, ambulatoria, urgencias, sanidad hospitalaria militar y de especialista de sociedades médicas. Y como los días de balance, ya se sabe, son para contar, quitar telarañas y reflexionar, es por lo que , en caliente, paso a contarte cosas.

Siempre te comenté que la medicina permite una actitud integradora de la vida, y que por tanto, con ella puedes armonizar trabajo, placer y labor social. Es lo que has percibido en casa y eso, en fin, sería todo lo más que puedo desearte en tu futuro. Y qué cosa más natural sería, como siempre lo fue, el que tu heredases parte de mi esfuerzo y por tanto, de mi clientela. Pero sabe también que es muy gratificante, en caso de no seguir mi huella, el tener una estimación social propia, ni urdida ni heredada de tu padre.

En  medicina, Pablo, están surgiendo como en todo, nuevas variables que debes de conocer. Cada día es más improbable el viejo trinomio de medicina-vocación-felicidad. Esto se ha convertido o quieren convertirlo en un oficio corriente, en donde la productividad y la eficacia sean los parámetros más válidos, mientras cada vez más, muchos compañeros, te lo aseguro, se sienten más alejados de las esencias, de la vieja y clásica cópula mágica y curativa que ha movido desde Hipócrates a la medicina, la relación entrañable médico- enfermo.

Y, ello porque entre otros muchos males, a casi todas las facultades de medicina les ha importado un bledo nuestra posible formación humanística, preocupados como han estado y lo están, solamente porque todo el mundo pueda aprobar el MIR al acabar, sin el cuál difícilmente nadie sale adelante.

Así es que desde el primer día de tu carrera, si la inicias, te llenarán la cabeza de datos y más datos para la maldita prueba. Y  aprobarla será tu único norte y tu  permanente obsesión durante seis largos años, en los que ni te quedará tiempo para los deportes, la literatura o la vida. Acabarás y precisarás otro par de años para competir entre miles de camaradas para las pocas plazas ofertadas al año y , conseguirás con mucha suerte una plaza que te catapulte hacía Badajoz, por ej.,en donde invertirás otros tres o cuatro difíciles años como residente, mientras te adaptas en hacer posiblemente la especialidad no deseada, si el número que sacases en el MIR de marras no fuese alto, para optar con prioridad.

Hasta es posible que tras los once o doce años del calvario antedicho, acabaras la especialidad y tuvieras que malvivir haciendo sustituciones nocturnas y dominicales  de las de a seis euros la hora. Por el contrario, con suerte otra vez y una vacante en Las Palmas, acabarías de guanche adoptivo, si es que aún te quedaban fuerzas y superabas una segunda prueba, casi tan fuerte como la primera.

 Sería entonces, cuando lejos de los tuyos y con el mar de vecino, para poder ensimismarte, te darías cuenta del fraude al que te ha sometido la vida. Y, ya volando solo, te darías cuenta además de la tremenda y apabullante responsabilidad que tendrás entre las manos, siendo cada día dueño y árbitro de las vidas ajenas, comprobando y aprendiendo el que casi nadie se muere como dicen los libros, después de tanto y tanto estudiar. Padeciendo también, si eligieras una especialidad quirúrgica, horas y horas de quirófano cuajadas de una tensión no soportable ni en las peores peleas políticas. Para llegar, tal vez, cuando peines canas, a jefe de sección de un hospital, en donde algún  usuario( así llaman ahora a los pacientes), auxiliar, celador o enfermero, ideologizado y sindicado él, puede que hasta te llame El Aranda, en plan compadre, de tú a tú, igualando a la baja, como le han enseñado jefes y estilos sociales tan en boga. Así de atrevida es la ignorancia, hijo. A cambio, todo ello, de ganar menos probablemente que cualquier propietario de una pequeña y digna funeraria.

Mientras llegas a ese pseudocénit, estarás tan ocupado y tan lleno de tensiones, estudiando incluso muchas noches para ponerte al día en tu especialidad, que no tendrás ni tiempo para ocuparte relajadamente, como desearías, ni de tu ocio, ni de tu propia familia. Que podría estallar finalmente, cosa frecuente entre médicos.

Tienes, hijo, la campechanería suficiente para provocar la cordialidad necesaria para hacer medicina asistencial,  un caprichoso deporte en el que el contrario, que es la enfermedad, siempre acaba ganando. Y eso, te aseguro que acaba por fastidiar, si encima sabes y añades que la confianza general en nosotros, los médicos, cada día es más escasa y, que la sociedad solo llega a valorarnos cuando nos necesita, como a los kleenex, vamos. Sin duda, va en progresión geométrica la persecución jurídica hacía nuestros inevitables errores de simples y vulgares mortales…”la próxima vez que Vd. enferme, avise a su abogado”,decía la pancarta de una reciente manifestación de médicos USA, cansados ya en un 62% de ser médicos- diana.

Todo lo anterior, es parte resumida, esencial y probablemente parcial de la historia, y casi tan desagradable de saber como el informe recientemente emitido por  el Consejo General de Colegios Médicos, admitiendo y alertando de que dentro de diez años, pudieran sobrar unos 22.ooo médicos en nuestro país, si las cosas no se fuesen arreglando antes.

Acabo recordándote, Pablo, , como sabes mejor que yo mismo, que cada célula humana tiene cuarenta y seis cromosomas y que cada uno contiene cien mil elementos de información llamados genes, y aún están por descubrir el gen de la impostura, el de la mala educación, el del caciquismo, el de la vulgaridad, el de la estupidez, el de la cobardía, y el de la ignorancia complacida entre tantos y tantos otros. Está casi todo por hacer en Biología.

Perdóname si todo lo que te cuento lo considerases pesimista, pero es que por junio, todo lo que hago o digo está bajo la presión del dolor que mi “hernia fiscal”, cíclica y anualmente me produce.

Tú, sigue con tu esperanzada vida y procúrate el camino que consideres más oportuno, porque las leyes de la gravedad  no deben de implicar el que cualquier hombre renuncie a volar por sí mismo y en cualquier dirección cada nuevo día que amanece.

 

Luis Manuel Aranda

Médico- Otorrino

 

 








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