domingo, 13 de septiembre de 2015

LOS HIJOS



                                                        LOS HIJOS

                                         Diario del Altoaragón

 

 

Lo más profundo, difícil y valioso de nuestras vidas, sin duda alguna. Y sin embargo, con que facilidad, no proporcionada los plantamos en la existencia.

En su Yerma, García Lorca ponía en boca de la gitana su secreto de prolífica maternidad…¡pero si es muy fácil, señora, yo me echo sobre la cama y canto, los hijos, luego llegan solos!

Porque tener un hijo/a, plantar un ser en la vida, que dirían los clásicos, convendrán conmigo en que no es sino eso, jugar a la ruleta rusa o poner una ficha en suma, en el dominó de nuestras vidas y que según venga a ponerse, a colocarse, puede mantener en equilibrio el conjunto o dar al traste con todo el gran edificio familiar previamente construido.

Nos llegan, es cierto, cuando más fuertes físicamente podemos estar, pero cuando la madurez psíquica puede no haber aparecido aún en su plenitud. Un verdadero contradiós que nos va llenando de las preguntas inevitablemente sobreañadidas y que suelen ir en la misma dirección que las que los médicos nos solemos hacer todos los días sobre nuestros pacientes:

  ---¿Estaré haciendo lo que debo hacer?

  ---O ¿debo hacer algo diferente? .

Y así, así, llenándonos de preguntas y miedos vamos creciendo, mientras procuramos llenar todos los días  de sus vidas con estrategias protectoras que les enseñen a sobrevivir a tanta y tanta cornada como les vendrá de la vaquilla de la puñetera y alocada. Intentando, pretendiendo siempre que entre nuestra vida, más o menos ejemplar, el cariño y los apretujados achuchones, la sabia naturaleza sepa obrar el resto, llevándoles hacía su maduración más deseada.

Difícil época la de la crianza, de terribles angustias, en que uno siempre nada entre el fácil hacer, el fácil vivir, en estar con “complejo de boa”, tragándoselo todo, mientras mira para otro lado, o más bien decide optar “por el hijo cometa”, dándole o quitándole la cuerda precisa según vaya viniendo el viento dominante, en estos tiempos de tanto buenismo, de tanta pasividad e inhibición social.

Pues bien, si superamos la complicada fase de la adlescencia, la difícil edad en que los tenemos que soportar como erigidos jueces inmisericordes de todo lo humano y lo divino y seguidos, a pesar de todo, siendo todavía queridos, entonces ya podemos ya podemos empezar a tocar el cielo en la tierra. Cielo que se hará aún más presente cuando aparezcan con su primera corbata en nuestro cumpleaños; la corbata- condecoración genuina y auténtica que nos hará sacar pecho como nunca y hasta tragarnos alguna lagrimilla presta a escaparse. La corbata, la simbólica y metafórica cosa con la que se paga el deber cumplido de toda una vida.

Y tras ello, comienza la segunda y difícil etapa de ver como van eligiendo profesión, carrera, oficio o pareja: La pareja para toda la vida, que decíamos antes, tan ajenos a la época esta de “la repetidora”, la moderna escopeta, conceptualmente hablando.

Nos van llegando con sus parejas  y nos alegran o confunden, mientras cultivamos el viejo proverbio de” ver, oir y callar…”lo mejor que sabemos y podemos, hasta que un buen día aparece toda la luz al final del túnel, comienzan a encajar todas las piezas del puzzle, porque una noche cualquiera, cualquier hijo te comunica con la solemnidad debida que vas a ser abuelo. Entonces, (y sin pensar en el nuevo impuesto gravado, el IAA, el impuesto de abuelo añadido con que la vida te acaba de marcar, por la mayor calidad de vida que te espera),solo piensas en reintegrar, en devolver a tus nietos todo el tiempo que a tus hijos no pudiste dedicar, mientras solo pensabas en dar mil codazos para abrirte paso en la vida.

Y es que, con los nietos ,entrevemos que nos llega no solamente la última posibilidad de reeditar nuestro afecto sino que además, sabemos que nos van a enriquecer y nos devolverán, seguramente, como suele hacer la medicina, la felicidad de la recuperada salud.

 

Luis Manuel Aranda

Médico- Otorrino


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