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DE MÉDICOS Y MEDICINA
DE MÉDICOS Y MEDICINA
(A mi hijo Pablo).
Articulo publicado en Heraldo de
Huesca el 18-6-2.000
Me has preguntado a estas alturas
del curso si deberías de dejar Biología y reconducir tu carrera hacía Medicina,
allá en Pamplona. Difícil dilema, hijo. Ando haciendo estos días balance de mi
vida profesional, tras una larga y estresada singladura de casi treinta años
entre medicina rural, ambulatoria, urgencias, sanidad hospitalaria militar y de
especialista de sociedades médicas. Y como los días de balance, ya se sabe, son
para contar, quitar telarañas y reflexionar, es por lo que , en caliente, paso
a contarte cosas.
Siempre te comenté que la
medicina permite una actitud integradora de la vida, y que por tanto, con ella
puedes armonizar trabajo, placer y labor social. Es lo que has percibido en
casa y eso, en fin, sería todo lo más que puedo desearte en tu futuro. Y qué
cosa más natural sería, como siempre lo fue, el que tu heredases parte de mi
esfuerzo y por tanto, de mi clientela. Pero sabe también que es muy
gratificante, en caso de no seguir mi huella, el tener una estimación social
propia, ni urdida ni heredada de tu padre.
En medicina, Pablo, están surgiendo como en
todo, nuevas variables que debes de conocer. Cada día es más improbable el
viejo trinomio de medicina-vocación-felicidad. Esto se ha convertido o quieren
convertirlo en un oficio corriente, en donde la productividad y la eficacia
sean los parámetros más válidos, mientras cada vez más, muchos compañeros, te
lo aseguro, se sienten más alejados de las esencias, de la vieja y clásica
cópula mágica y curativa que ha movido desde Hipócrates a la medicina, la
relación entrañable médico- enfermo.
Y, ello porque entre otros muchos
males, a casi todas las facultades de medicina les ha importado un bledo nuestra
posible formación humanística, preocupados como han estado y lo están,
solamente porque todo el mundo pueda aprobar el MIR al acabar, sin el cuál
difícilmente nadie sale adelante.
Así es que desde el primer día de
tu carrera, si la inicias, te llenarán la cabeza de datos y más datos para la
maldita prueba. Y aprobarla será tu
único norte y tu permanente obsesión
durante seis largos años, en los que ni te quedará tiempo para los deportes, la
literatura o la vida. Acabarás y precisarás otro par de años para competir
entre miles de camaradas para las pocas plazas ofertadas al año y , conseguirás
con mucha suerte una plaza que te catapulte hacía Badajoz, por ej.,en donde
invertirás otros tres o cuatro difíciles años como residente, mientras te
adaptas en hacer posiblemente la especialidad no deseada, si el número que
sacases en el MIR de marras no fuese alto, para optar con prioridad.
Hasta es posible que tras los
once o doce años del calvario antedicho, acabaras la especialidad y tuvieras
que malvivir haciendo sustituciones nocturnas y dominicales de las de a seis euros la hora. Por el
contrario, con suerte otra vez y una vacante en Las Palmas, acabarías de
guanche adoptivo, si es que aún te quedaban fuerzas y superabas una segunda
prueba, casi tan fuerte como la primera.
Sería entonces, cuando lejos de los tuyos y
con el mar de vecino, para poder ensimismarte, te darías cuenta del fraude al
que te ha sometido la vida. Y, ya volando solo, te darías cuenta además de la
tremenda y apabullante responsabilidad que tendrás entre las manos, siendo cada
día dueño y árbitro de las vidas ajenas, comprobando y aprendiendo el que casi
nadie se muere como dicen los libros, después de tanto y tanto estudiar.
Padeciendo también, si eligieras una especialidad quirúrgica, horas y horas de
quirófano cuajadas de una tensión no soportable ni en las peores peleas
políticas. Para llegar, tal vez, cuando peines canas, a jefe de sección de un
hospital, en donde algún usuario( así
llaman ahora a los pacientes), auxiliar, celador o enfermero, ideologizado y
sindicado él, puede que hasta te llame El Aranda, en plan compadre, de tú a tú,
igualando a la baja, como le han enseñado jefes y estilos sociales tan en boga.
Así de atrevida es la ignorancia, hijo. A cambio, todo ello, de ganar menos
probablemente que cualquier propietario de una pequeña y digna funeraria.
Mientras llegas a ese
pseudocénit, estarás tan ocupado y tan lleno de tensiones, estudiando incluso
muchas noches para ponerte al día en tu especialidad, que no tendrás ni tiempo
para ocuparte relajadamente, como desearías, ni de tu ocio, ni de tu propia
familia. Que podría estallar finalmente, cosa frecuente entre médicos.
Tienes, hijo, la campechanería
suficiente para provocar la cordialidad necesaria para hacer medicina asistencial, un caprichoso deporte en el que el contrario,
que es la enfermedad, siempre acaba ganando. Y eso, te aseguro que acaba por
fastidiar, si encima sabes y añades que la confianza general en nosotros, los médicos,
cada día es más escasa y, que la sociedad solo llega a valorarnos cuando nos
necesita, como a los kleenex, vamos. Sin duda, va en progresión geométrica la
persecución jurídica hacía nuestros inevitables errores de simples y vulgares
mortales…”la próxima vez que Vd. enferme, avise a su abogado”,decía la pancarta
de una reciente manifestación de médicos USA, cansados ya en un 62% de ser
médicos- diana.
Todo lo anterior, es parte
resumida, esencial y probablemente parcial de la historia, y casi tan
desagradable de saber como el informe recientemente emitido por el Consejo General de Colegios Médicos,
admitiendo y alertando de que dentro de diez años, pudieran sobrar unos 22.ooo
médicos en nuestro país, si las cosas no se fuesen arreglando antes.
Acabo recordándote, Pablo, , como
sabes mejor que yo mismo, que cada célula humana tiene cuarenta y seis
cromosomas y que cada uno contiene cien mil elementos de información llamados
genes, y aún están por descubrir el gen de la impostura, el de la mala
educación, el del caciquismo, el de la vulgaridad, el de la estupidez, el de la
cobardía, y el de la ignorancia complacida entre tantos y tantos otros. Está
casi todo por hacer en Biología.
Perdóname si todo lo que te
cuento lo considerases pesimista, pero es que por junio, todo lo que hago o
digo está bajo la presión del dolor que mi “hernia fiscal”, cíclica y
anualmente me produce.
Tú, sigue con tu esperanzada vida
y procúrate el camino que consideres más oportuno, porque las leyes de la
gravedad no deben de implicar el que
cualquier hombre renuncie a volar por sí mismo y en cualquier dirección cada
nuevo día que amanece.
Luis Manuel Aranda
Médico- Otorrino
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