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MORIR EN EL ESTRECHO
Morir en el Estrecho
Del Diario del
Altoaragón---2 de sepbre de 1.998
“Si
tras la travesía no nos despertamos, no hay problema…el paraíso nos puede
esperar. Y si nos despertamos tampoco, porque peor que en esta vida no vamos a
estar”…Epicuro
Son
las cuatro de la tarde de un día cualquiera de julio en Marruecos, allá en la
periferia de La Medina, en el barrio viejo de Marraquech y Abdeslam viene de
cumplir con sus muchas horas de trabajo. Curte pieles y sus hinchados pies
traducen su baño permanente en una dilución de sosa caústica. Todo sea por las
quince mil pesetas/mes, el solo pan de cada día, dice él y su numerosa familia,
mientras soportan los 47º bajo la chapa de su pobre chabola, quemada por la luz
y sofocada por el viento. Su único patrimonio, junto a una antena de
tv.parabólica construida con latas de la Shell y regalo de un vecino manitas.
Por ella están viendo un anuncio de un cuerpo Danone, hecho como los suyos a
base de pasar hambre-¡qué ironía!; anuncio al que sigue otro que les dice que
es posible encontrarse a la Claudia Schiffer en coche por cualquiera calle
nuestra.
Los
signos tópicos de un mundo feliz y las nefastas historias para estupidizarnos a
todos.
Mientras,
por el ventanuco entran los aires fétidos que emanan tanto de su abigarrado
vecindario como de gran parte de su maloliente clase política, así como el
sonido de la mezquita recordándole que es la hora de la oración…el único recurso
posible para pensar en un mundo feliz, adonde irá si sigue siendo bueno y
obediente en aquél valle de lágrimas. Vuelve de ella y mira de soslayo a sus
numerosos hermanos, tan hijos del hambre y la desesperanza como él mismo y
piensa que tal vez, lo malo no sea el haber nacido pobre, sino el haber
continuado siéndolo generación tras generación.
Medita,
pues, sobre las puñaladas que les lleva
dadas la hambruna y acerca de la vida de súbdito-siervo que lleva, nada
equiparable a lo que ve, a todo nuestro ejercicio europeo democrático de pleno
derecho.
Piensa
en todo ello y en todas las potencialidades de nuestro país, un perfecto camino
ancho y limpio, tanto en lo político como lo social y en donde cualquier
electricista necesitado puede incluso llegar a ser ministro de cualquier cosa.
Mira
a sus cuatro ovejas y envidia su suerte, preocupadas solo por la hierba que han
de pacer en el momento. Con su débil conciencia, tomando la vida como les
viene, tan aclimatadas, tan conformadas.
Y
acaba enfadándose con sus padres cuando a diario tiene que oirles que el
secreto de la sabiduría y la felicidad está en callarse y cultivar el huerto,
cumpliendo la callada y diaria tarea, sin ocuparse de otra cosa.
Pero
él no ha cultivado la fe de ellos. Además, oyó que el otro profeta de los
cristianos, el gran Jesucristo, dijo que el Reino de Dios, debería de estar
aquí, entre nosotros, mientras que en el Corán leyó una Sura que decía aquello
de …”después de atravesar siempre una larga noche, al final aparece el alba”.
Es
joven, lleno de avilantez y no encuentra respuesta lógica a la sinrazón de su
estado, pero sí sabe que cada edad debe de tener su dignidad y, compelido por
todo ello, coge los magros ahorros de toda su familia y acaba por volverse
loco, harto de soportar la resignación de su perezosa raza, un pueblo de
camellos más prestos a vivir de rodillas que a ir en pos del agua prometida.
Por
todo ello, al final, con un pobre macuto lleno de incierto destino, se embarca
rumbo a la más pronta cercanía…hacía
Tarifa, desconociendo que va hacía un paraíso entre dos mares, como reza
su eslogan.:”la mare que parió al levante y la mare que parió al poniente”. Y,
entre levantes y ponientes zozobra tras una travesía con el corazón llorando
entre las cerradas manos, flotando como un pétalo-patera, mientras solo piensa
en vengarse de tanta injusticia, tristeza y miseria.
Atrás
van quedando 14 Km.
eternos, vividos a la luz de la luna, divisando Punta Carnero y aledaños, un
paisaje duro, pero lleno de aspiración infinita.
El
Estrecho, el gran muro entre dos mundos, tan próximos en la distancia como
distantes en el espíritu y un auténtico cementerio sin cruces, con sus ya miles
de lápidas en nuestro solo recuerdo, llenas de héroes trágicos que encarnan
todas las tensiones y miserias de su mundo.
Sepulcros
que algún caerán de lleno sobre las
cabezas de sus dirigentes y que ya diariamente caen sobre la confusa y
adormilada conciencia de nuestra sociedad, exiliada o transterrada como todos
nosotros de nuestro pasado histórico, tan preñado de emigración que hasta dio
nombre a la llamada Tercera España, la de la diáspora.
Ispaniiia…Ispañóó…amigo…Real
Madríí…Amavisca. Palabras entrañables que siempre quedarán en el recuerdo tras
un viaje por Marruecos, un pueblo sonriente y generoso, como solo los pueblos
humildes saben serlo.
Luis
Manuel Aranda
Médico-
Otorrino
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