skip to main |
skip to sidebar
LOS HIJOS
LOS HIJOS
Diario del Altoaragón
Lo más profundo, difícil y valioso de
nuestras vidas, sin duda alguna. Y sin embargo, con que facilidad, no
proporcionada los plantamos en la existencia.
En su Yerma, García Lorca ponía en boca de
la gitana su secreto de prolífica maternidad…¡pero si es muy fácil, señora, yo
me echo sobre la cama y canto, los hijos, luego llegan solos!
Porque tener un hijo/a, plantar un ser en la
vida, que dirían los clásicos, convendrán conmigo en que no es sino eso, jugar
a la ruleta rusa o poner una ficha en suma, en el dominó de nuestras vidas y
que según venga a ponerse, a colocarse, puede mantener en equilibrio el
conjunto o dar al traste con todo el gran edificio familiar previamente
construido.
Nos llegan, es cierto, cuando más fuertes
físicamente podemos estar, pero cuando la madurez psíquica puede no haber
aparecido aún en su plenitud. Un verdadero contradiós que nos va llenando de
las preguntas inevitablemente sobreañadidas y que suelen ir en la misma
dirección que las que los médicos nos solemos hacer todos los días sobre
nuestros pacientes:
---¿Estaré haciendo lo que debo hacer?
---O
¿debo hacer algo diferente? .
Y así, así, llenándonos de preguntas y
miedos vamos creciendo, mientras procuramos llenar todos los días de sus vidas con estrategias protectoras que
les enseñen a sobrevivir a tanta y tanta cornada como les vendrá de la vaquilla
de la puñetera y alocada. Intentando, pretendiendo siempre que entre nuestra
vida, más o menos ejemplar, el cariño y los apretujados achuchones, la sabia
naturaleza sepa obrar el resto, llevándoles hacía su maduración más deseada.
Difícil época la de la crianza, de terribles
angustias, en que uno siempre nada entre el fácil hacer, el fácil vivir, en
estar con “complejo de boa”, tragándoselo todo, mientras mira para otro lado, o
más bien decide optar “por el hijo cometa”, dándole o quitándole la cuerda
precisa según vaya viniendo el viento dominante, en estos tiempos de tanto
buenismo, de tanta pasividad e inhibición social.
Pues bien, si superamos la complicada fase
de la adlescencia, la difícil edad en que los tenemos que soportar como
erigidos jueces inmisericordes de todo lo humano y lo divino y seguidos, a
pesar de todo, siendo todavía queridos, entonces ya podemos ya podemos empezar
a tocar el cielo en la tierra. Cielo que se hará aún más presente cuando
aparezcan con su primera corbata en nuestro cumpleaños; la corbata-
condecoración genuina y auténtica que nos hará sacar pecho como nunca y hasta
tragarnos alguna lagrimilla presta a escaparse. La corbata, la simbólica y
metafórica cosa con la que se paga el deber cumplido de toda una vida.
Y tras ello, comienza la segunda y difícil
etapa de ver como van eligiendo profesión, carrera, oficio o pareja: La pareja
para toda la vida, que decíamos antes, tan ajenos a la época esta de “la
repetidora”, la moderna escopeta, conceptualmente hablando.
Nos van llegando con sus parejas y nos alegran o confunden, mientras
cultivamos el viejo proverbio de” ver, oir y callar…”lo mejor que sabemos y podemos,
hasta que un buen día aparece toda la luz al final del túnel, comienzan a
encajar todas las piezas del puzzle, porque una noche cualquiera, cualquier
hijo te comunica con la solemnidad debida que vas a ser abuelo. Entonces, (y
sin pensar en el nuevo impuesto gravado, el IAA, el impuesto de abuelo añadido
con que la vida te acaba de marcar, por la mayor calidad de vida que te
espera),solo piensas en reintegrar, en devolver a tus nietos todo el tiempo que
a tus hijos no pudiste dedicar, mientras solo pensabas en dar mil codazos para
abrirte paso en la vida.
Y es que, con los nietos ,entrevemos que nos
llega no solamente la última posibilidad de reeditar nuestro afecto sino que
además, sabemos que nos van a enriquecer y nos devolverán, seguramente, como
suele hacer la medicina, la felicidad de la recuperada salud.
Luis Manuel Aranda
Médico- Otorrino
No hay comentarios:
Publicar un comentario